Índice
- PRIMERA PARTE: EL PARTIDO COMUNISTA DE ITALIA ENTRE EL IV Y EL V CONGRESO DE LA INTERNACIONAL COMUNISTA
- SEGUNDA PARTE: EL V CONGRESO DE LA INTERNACIONAL COMUNISTA
PRIMERA PARTE
El Partido Comunista de Italia entre el IV y el V Congreso de la Internacional Comunista
1.- Tras el IV Congreso de la Internacional y la Resolución adoptada sobre la “cuestión italiana” [§IX-17], el PCdI en general, y su Dirección en particular, sufrirán, por una parte, la represión generalizada del fascismo ya en el poder y, por otra, la presión del Ejecutivo de la Comintern con miras a la unificación prevista con el PSI (así como los zigzags políticos del CEIC frente a la creciente dificultad para realizarla como consecuencia de la oposición mayoritaria del Partido socialista).
La represión estatal era una grave amenaza para la continuidad organizativa del Partido comunista. En cuanto a las decisiones del V Congreso relativas a la fusión, éstas constituían una seria amenaza contra la fisionomía revolucionarias del Partido nacido en Livorno.
Por otra parte, la presión creciente del CEIC para acabar con lo que podría llamarse la “autonomía táctica” del PCdI provocará en los años 1923-1924 la fractura definitiva de su corriente mayoritaria (inspirada hasta entonces por las posiciones de Bordiga), dando lugar a un nuevo alineamiento en torno de Gramsci que incluyó a Togliatti, Terracini, Ravera, Leonetti (todos ellos provenientes del ordinovismo), y otros dirigentes como Scoccimarro, quienes más allá de sus reticencias iniciales hacia la fusión, terminarán haciendo suyas las posiciones políticas del CEIC, yendo ulteriormente hasta beber las heces de la Internacional estalinizada (con las excepciones de Leonetti y de Gramsci1).
2.- La conquista del poder por el fascismo dio inmediatamente lugar a una ofensiva estatal generalizada contra el Partido comunista:
«En una sola semana el gobierno detuvo a más de 5.000 camaradas, incluyendo a todos los secretarios de las federaciones, a todos los organizadores sindicales comunistas, a todos los consejeros municipales y provinciales. Además, logró ampararse de todos los fondos de documentación, dando un golpe sin duda mortal a nuestra prensa. (…) Es una verdadera cacería la que ha sido organizada por la policía de acuerdo con las escuadras fascistas».2
Spriano detalla esta ofensiva y sus repercusiones sobre el encuadramiento político y organizativo del Partido:
«De Bono moviliza a toda la policía para perseguir a los comunistas. El 30 de diciembre, Mussolini ordenó personalmente la detención de Bordiga, Gramsci, Natangelo, Arcuno, Camilla Ravera, Scoccimarro, Peluso, Presutti, Tasca, los delegados italianos al Congreso de Moscú. Los dirigentes comunistas ahora viven y trabajan en la clandestinidad, logran escapar del arresto durante un mes, pero sus precauciones conspirativas (todavía muy rudimentarias, a pesar de una amplia serie de medidas y precauciones organizativas) no se sostienen mucho tiempo. El 3 de febrero, tras una serie de detenciones en las distintas provincias y una denuncia del Departamento de Seguridad Pública de Milán ante el poder judicial contra los firmantes del Manifiesto de Moscú, comenzó esta «caza anticomunista» a la que Umberto Terracini alude en la carta citada. La policía logró detener a Bordiga en Roma cuando salía del local clandestino de la Dirección Central comunista. Se le encuentra en posesión de una gran suma en libras esterlinas, equivalente a 240.000 liras. Se trata de cheques emitidos por un banco inglés … el subsidio de la Internacional Comunista a su sección italiana, que se envía a través de la misión comercial soviética a Londres.
«El gran golpe no sólo da lugar a una campaña de prensa, sino que también provoca una serie de denuncias y detenciones en las que están implicados, junto a los dirigentes que no logran escapar, cientos de miles de comunistas de base o sospechosos de ser miembros del Partido, acusados de asociación criminal, incitación a la insurrección contra el poder del Estado. El celo de las autoridades periféricas es tal que incluso De Bono llega a recomendar una mayor «ponderación». La mayoría de los acusados, (excepto los principales dirigentes), serán absueltos en el curso de la investigación. 32 acusados, en cambio, serán juzgados (…) por el Tribunal de Roma en el mes de octubre. Todos ellos serán absueltos, pero el encarcelamiento de Bordiga durante más de nueve meses, en el momento de las divergencias decisivas con la Internacional Comunista, tendrá importantes consecuencias.
«Mientras tanto, entre febrero y abril, casi todo el Comité Central fue arrestado, al igual que 72 secretarios federales y 41 secretarios de organizaciones juveniles provinciales. La “vanguardia» ha sido suprimida. En mayo, en Milán, el secretario de la Federación Juvenil comunista también «cae». En la sede clandestina de la organización juvenil, Berti, Longo, Guermandi y Cassitta fueron detenidos. (…) Tasca fue enviado a Suiza y luego a París (para evitar ser arrestado o para ocuparse de los emigrantes políticos que se habían refugiado allí y que se agrupan, en el caso de los comunistas, en una verdadera federación del Partido, pero probablemente también para mantener alejado a un fusionista demasiado ardiente). Vota también está en la ilegalidad. En cuanto dirigente del buró ilegal, Fortichiari irá a Moscú para discutir un plan de resistencia eficaz contra las persecuciones. El 31 de marzo Grieco fue detenido en Milán. Primero Grieco y Terracini, luego Terracini solo, tendrán que soportar todo el peso de la dirección política en el momento de la mayor reacción, y también en el momento en que la maraña de la fusión está más inextricablemente embrollada. Hay que recordar que se trata de una dirección dimisionaria ante la Internacional Comunista que, poco antes de la detención de Grieco, vivió una crisis determinada por las directivas consideradas como contradictorias por el Ejecutivo italiano. Esto da toda la medida de la situación dramática en la que se encuentra el joven partido».
«(…) A finales de abril, Togliatti, tras reanudar sus actividades, se convirtió en el más alto dirigente del aparato. Terracini irá a Moscú3, Scoccimarro a Berlín. (…) Considerando el desconcierto de los militantes, la supresión de las secciones y de las federaciones, la ausencia de toda actividad legal, se trata de hacer frente a las primeras necesidades, de reconstruir una red de vínculos destruida por las detenciones masivas, mientras que los comunistas activos son unos pocos miles, 5.000, 7.000 a lo sumo. Los problemas y dificultades aparejadas por la ola de represión serán expresadas elocuentemente en un informe del PCdI al V Congreso de la Internacional Comunista en junio de 1924».4
“En la mayoría de las regiones, todos los camaradas que, hasta el golpe de Estado, habían tenido en sus manos las filas de las organizaciones del Partido o de los sindicatos controlados por nosotros, tuvieron que dejar sus funciones o emigrar. Entre otras cosas, ha habido una enorme emigración de otros elementos o de miembros del Partido o simplemente trabajadores conocidos por sus tendencias subversivas. Hemos calculado que el número de proletarios que emigraron de Italia por razones políticas supera los 100.000. También hay que tener en cuenta el gran número de compañeros detenidos acusados de haber participado en los conflictos que tuvieron lugar en los meses inmediatamente anteriores al golpe de Estado fascista y de trabajadores revolucionarios implicados bajo los mismos cargos: sólo en la cárcel de Forlí hay 180 trabajadores entre nuestros compañeros y en la cárcel de Florencia había más de 2000 en 1923 (…). Cientos de camaradas y campesinos simpatizantes de nuestro Partido se encontraron allí a principios de 1923 y siguen encarcelados en las prisiones de la Puglia (…). Como resultado, los elementos que podían ser utilizados para el trabajo del Partido se volvieron muy escasos y los que podían ser utilizados tenían que actuar en la clandestinidad y, una vez descubiertos, tuvieron que alejarse, lo que hacía necesario reemplazarlos».5
Tras la conquista del poder por el fascismo, el Partido comunista se encontraba en plena retirada y en condiciones de total clandestinidad. El movimiento sindical clasista estaba también en pleno retroceso6.
El fracaso de la fusión con el PSI, la «Cuestión italiana» en el III Ejecutivo Ampliado y la nominación de una nueva Dirección
3.- La esperada fusión entre el PCdI y el PSI maximalista “finalmente” liberado de la derecha reformista, y cuya actividad seguía siendo legal, naufragó irremediablemente como consecuencia mecánica de la oposición mayoritaria del Partido socialista. En la XX Conferencia del PSI de abril 1923, la mayoría opuesta a la fusión consiguió 5.361 votos contra 3.968 que fueron a la moción que le era favorable7. La Dirección del Partido socialista elegida en esta ocasión fue enteramente antifusionista (aunque, una vez más, según la vieja tradición maximalista, se seguía reivindicando demagógica y descaradamente de la III Internacional)8. El fracaso del intento de fusión condujo a un enfrentamiento abierto entre el CEIC y la Dirección mayoritaria del PCdI durante el III Ejecutivo Ampliado de junio-julio de 19239.
Antes de la partida de la delegación italiana a Moscú, el Comité Ejecutivo del Partido había dado mandato a sus delegados para hacer saber que, si la Internacional no rompía todo contacto con el PSI, él mantendría su renuncia (ya presentada anteriormente en marzo 1923, y que el CEIC había ignorado10). Para llegar a trabajar con los “terzini”, partidarios de la fusión, el CE del Partido exigía la salida de estos del PSI.
En la Primera Sesión del Ejecutivo Alargado del 12 de junio de 1923, Zinóviev acusó a la Dirección del Partido italiano no sólo de haber saboteado la fusión, sino también de haber visto su peor enemigo en Serrati, y no en Mussolini, y de haber provocado un desastre con su táctica de rechazo del frente único con el Partido socialista11; y sostuvo que, a pesar de las decisiones del último Congreso del PSI, hubiera sido una locura romper con ese Partido, y propuso (re)admitirlo como partido simpatizante de la Internacional12. La Resolución final sobre la cuestión italiana fue hasta querer “tranquilizar” a la Dirección mayoritaria antifusionista del PSI dándole la garantía de que el CEIC haría todo lo necesario para lograr la instauración de buenas relaciones entre ambos Partidos13.
La Resolución final terminó por imputar el fracaso de la fusión, en primer lugar, al terrorismo fascista que desmoralizaba al proletariado y hacía que los trabajadores socialistas menos audaces se abstenían de unirse a los comunistas a fin de evitar la represión [¡lo que hubiera sido una buena razón para no aceptarlos en el Partido!, ndr.]; en segundo lugar, a la derecha socialista que aprovechaba esta situación para oponerse a la fusión [¡otra buena razón para no aceptarlos!, ndr.]; y, finalmente, a la Dirección del PCdI, que por sus tendencias dogmáticas no habría comprendido que la unidad de “todas las fuerzas obreras revolucionarias [¡como si las socialistas lo hubiesen sido!, ndr.] en un Partido comunista unificado era una cuestión de vida o de muerte para el proletariado”14.
Y para coronar el todo, refiriéndose a la cuestión de la fusión con los “terzini”, Zinóviev declaró: “Debemos decidir la fusión inmediata con los ‘terzinternazionalisti’. La hora ha llegado. (…) No debemos insistir demasiado acerca de los 21 puntos [de admisión a la Internacional Comunista aprobados en el II Congreso] (subrayado nuestro, ndr.]”.15
La “furia fusionista” del Ejecutivo en detrimento de las 21 Condiciones de Adhesión, e incluso a despecho de las Resoluciones del IV Congreso, era una prueba más de las desviaciones en curso respecto de las sólidas orientaciones adoptadas en los tres primeros Congresos de la IC.
En defensa de sus posiciones, el CEIC sólo podía contar con el apoyo de los representantes de la tendencia de derecha del PCdI (Tasca16 y Giuseppe Vota17) y de los fusionistas del PSI (Maffi y Pagella), quienes hacían recaer enteramente en la Dirección del Partido comunista la responsabilidad del fracasado intento de fusión. Por el contrario, la mayoría de los dirigentes de la tendencia mayoritaria presentes en Moscú18 (Terracini, Scoccimarro, Fortichiari y Gennari) estaban en contra, consideraban el intento de fusión como liquidacionista del Partido de Livorno, y reivindicaban todo lo actuado en relación al Partido socialista19.
El desfase manifiesto entre el CEIC y la tendencia mayoritaria del PCdI hizo que la Resolución final exigió, junto a la aplicación estricta de las decisiones organizativas y tácticas del IV Congreso, una reorganización del Comité Ejecutivo del Partido italiano que garantizase la aplicación de la política decidida internacionalmente20. Dado que la tendencia minoritaria del PCdI era la única en línea con la del CEIC, los delegados de la tendencia mayoritaria propusieron que el Comité Ejecutivo estuviese compuesto exclusivamente con representantes de la minoría (siguiendo así la sugerencia hecha anteriormente por Bordiga). En nombre de la disciplina, el CEIC rechazó esta propuesta y nombró motu propio a tres representantes por la mayoría (Togliatti, Fortichiari y Scoccimarro) y dos por la minoría (Tasca y Vota). Por primera vez en la historia de la Internacional, el CEIC impuso a una sección nacional la constitución de un Comité Ejecutivo contra la propia voluntad de la mayoría de sus militantes, e incluso de los miembros nombrados en él. Simultáneamente, Bordiga (en la cárcel) y Terracini (ya en Moscú) fueron nombrados en el Presídium de la Comintern en un intento para no marginalizar al representante más destacado e influyente del Partido italiano.
La posición Bordiga de rechazo a la participación en cualquier organismo de dirección del Partido (Comité Ejecutivo o Comité Central) o de la Internacional fue tajante. A pesar de todas las presiones ejercidas por los futuros dirigentes del PCdI y por el CEIC, en la práctica esta decisión fue irrevocable hasta su expulsión por el estalinismo en 1929. Tras el IV Congreso, Bordiga estaba en oposición a las orientaciones del CEIC no sólo en lo que concernía a la fusión con el PSI21, sino también en las cuestiones de táctica (Frente Unico, Gobierno Obrero). La posición de Bordiga sólo puede explicarse por la perspectiva de la formación de una oposición internacional a las orientaciones tácticas del Ejecutivo ante lo que él consideró un riesgo de degeneración oportunista. Bordiga lo explicitó claramente en 192522, y lo había anunciado previamente – de manera condicional y como posibilidad no descartable – en el V Congreso (junio-julio de 1924)23.
Contrariamente a su actitud inicial frente a sus divergencias con la Internacional (cuando al frente del PCdI su objetivo prioritario fue dirigir al Partido italiano según sus propias propuestas en el terreno de la táctica, esperando sin duda que éstas diesen resultados significativos extrapolables internacionalmente), a partir de entonces Bordiga se planteó como objetivo central mantenerse como un polo de referencia crítico de la orientación política adoptada desde el IV Congreso, sin dejar de criticar ásperamente las orientaciones políticas de la futura Dirección gramsciana del PCdI.
Las actitudes de los otros dirigentes de la corriente mayoritaria fueron dispares. Grieco asumió la misma posición intransigente de Bordiga. Solidarizándose con Bordiga, y en nombre de la necesaria homogeneidad de dirección política, Fortichiari rehusó formar parte del nuevo Comité Ejecutivo.
En un primer momento, en una reunión del 12-7 de 1923, Terracini, Togliatti, Fortichiari, Camila Ravera y Leonetti, con el propósito explícito de no dejar al Partido italiano en manos de la derecha liquidacionista de Tasca & Cía., decidieron hacer depender su participación en las instancias dirigentes de la Internacional y del PCdI (donde dispondrían de la mayoría en el Comité Ejecutivo) de la constitución de una fracción de Izquierda que reconocería a Bordiga como referente24. Tildándola de ilusoria, Bordiga se opuso a esta posición y no consiguió convencerlos25.
Gramsci y Scoccimarro se opusieron a la posición de Bordiga como a la de Terracini y Togliatti. Ellos rehusaron un enfrentamiento político frontal con el CEIC y dejar al Partido italiano en manos de la minoría. Gramsci logrará arrastrar con él a sus antiguos camaradas ordinovistas, y emprenderá una revisión radical de las orientaciones del PCdI en sus casi tres primeros años de existencia.
La diferencia de estrategia entre Bordiga y Gramsci será total y completa. Bordiga se planteaba en el terreno de la política internacional de la Comintern, cuestionando su orientación táctica y organizativa (para Bordiga, esta orientación debía tener validez internacional). Bordiga apuntaba a “salvar” la Internacional en cuanto organización revolucionaria mundial. El horizonte de Gramsci era prioritaria y fundamentalmente nacional, y lo que pretendía era salvar al Partido comunista italiano de las maniobras de los “liquidacionistas”, sin oponerse políticamente al CEIC26.
A partir de allí la corriente mayoritaria del PCdI quedará fracturada, dando inicio a la segunda Dirección que se nucleará en torno de Gramsci, y a la oposición declarada de Bordiga y de todos aquellos que permanecerán de manera intransigente sobre las posiciones fundacionales del Partido italiano. Si bien Gramsci y allegados “salvarán” al Partido italiano de caer bajo el control de la derecha liquidacionista, ellos mismos llevarán al Partido a compartir la parábola descendente y finalmente degenerativa de la Internacional.
4.- De poco sirvieron las contorsiones del CEIC en dirección de la corriente mayoritaria del Partido socialista. La comedia de enredos continuó en los meses sucesivos. Las negociaciones formales con el propósito de concretar su status de “partido simpatizante” fueron rotas por el PSI en agosto de 1923. El rechazo del PSI fue hasta el punto de negarse a participar en un frente único con el PCdI contra el fascismo en el terreno de acción sindical y por la defensa de las víctimas políticas27. Ya en octubre de 1923, la Internacional no pudo más que publicar un Manifiesto denunciando como “dirigentes traidores” y “agentes de la burguesía” a los jefes del Partido socialista con los cuales dos meses antes la Internacional negociaba su adhesión como Partido simpatizante. El riesgo de la represión (de la cual el PSI estaba hasta ese momento relativamente exento) pesó en la decisión del maximalismo mayoritario de romper todo contacto con la Internacional.
Ni siquiera esta ruptura fue suficiente motivo para que los “terzini” decidieran adherir al PCdI (esta decisión contó con la aprobación del CEIC, entusiasmado con la falaz información recibida acerca de la real influencia de aquellos en el Partido socialista, que ellos decían ejercer sobre 40% del total de afiliados y sobre la mayoría de las secciones importantes del Partido28. Tras años de intentos infructuosos e ilusiones construidas sobre arena movediza, todos estos tejemanejes del CEIC no contribuyeron ciertamente en nada para que las masas atraídas por la Revolución de Octubre se separasen del PSI. Para negociar “de igual a igual” con la Internacional y poder mantener la autonomía nacional reclamada desde siempre por todos los maximalistas, los “terzini” necesitaban imperiosamente poseer una “masa crítica” suficiente de secuaces. Un bloque constituido por los “terzini”, una vez “vueltos mayoría” en el PSI, y la derecha del PCdI, en un Partido unificado, hubiera podido pesar de manera significativa sobre las posiciones del nuevo Partido. Pero los antifusionistas les destruyeron esa esperanza. Lo que no les impidió volver a intentarlo una vez más con el apoyo renovado del CEIC.
5.- Es importante detenernos en las afirmaciones de Zinóviev, Radek y Rakosi, y también de la derecha liquidacionista del Partido italiano, quienes, más o menos abiertamente, imputaban a la Dirección “bordiguista” la responsabilidad de la victoria del fascismo.
Ahora bien, acusar al Partido comunista de ser EL responsable de la derrota del proletariado italiano, al mismo tiempo que se lavaba a Serrati de culpa y cargo29, cuando el maximalismo fue después de Livorno (para no volver aquí sobre su rol de impotencia y fracaso en los años 1919-1920) el factor decisivo que permitió con su complicidad y su “unitarismo” el desarme del proletariado en manos del reformismo, así como por su propaganda pacifista y desmovilizadora contribuyó a desarmarlo ante la ofensiva fascista durante todo el bienio 1921-1922; esa acusación, pues, era no sólo una falta evidente a la verdad histórica y una prueba manifiesta de mala fe, sino también una infamia para con un Partido que, a pesar de sus errores de táctica, era de lo mejor que tenía la Internacional, y cuyos militantes habían luchado denodadamente contra la reacción y debían soportar en ese mismo momento una terrible ofensiva del enemigo30.
Pero veamos más precisamente la validez misma de los presupuestos políticos de estos acusadores. Para Zinóviev, Radek y Rakosi, la responsabilidad de la derrota debía ser imputada a la negativa del PCdI en aplicar la táctica del frente único y del Gobierno Obrero, y la fusión con el PSI (previamente liberado de su ala abiertamente reformista de los Turati & Cía.). El presupuesto de esta afirmación era que la puesta en práctica de estas políticas hubiera permitido potenciar la voluntad de lucha de las masas bajo influencia socialdemócrata, etc., etc., etc., según los argumentos bien conocidos y repetidos hasta el hartazgo. Semejante argumentación carecía de toda base de sustentación. No sólo por el hecho de que el maximalismo jamás había demostrado la mínima voluntad de lucha, ni en los años 1919-1920 ni en el período 1921-1922, sino también – y, sobre todo – porque siempre se había puesto en contra de las masas insurrectas, cobijándose detrás de una verborrea impregnada de “purismo revolucionario” y de una “intransigencia” meramente parlamentaria, impotente y paralizadora.
Los acontecimientos de 1923 en Alemania, el comportamiento de la izquierda socialdemócrata en ellos, las nefastas consecuencias de la política del KPD y del CEIC en pos de la concreción Frente Único y del Gobierno Obrero de coalición sobre lo que hubiera debido ser la preparación de las masas a la lucha revolucionaria, y sobre el accionar del Partido mismo, darán tres meses más tarde un desmentido tajante y definitivo a ese planteamiento del problema de la táctica. Albert Einstein dijo en cierta ocasión: “Es una locura hacer la misma cosa una y otra vez esperando obtener resultados diferentes”, lo que equivale a decir que las mismas causas provocan inexorablemente los mismos efectos. En Italia el fiasco no hubiera sido diferente.
En párrafos anteriores hemos hecho el análisis de las indicaciones tácticas dirigidas al PCdI contenidas en el documento redactado por Zinóviev luego del II Ejecutivo Ampliado de junio de 1922 [§VIII-9]. Más allá del preconizado frente único entre cúpulas político-sindicales, la única propuesta válida contenida en él era la necesidad de “hacer valiente y categóricamente la propuesta de que se constituyan comités locales de trabajadores de todos los partidos y sin partidos en toda Italia” (es decir, el frente único “por abajo”). El problema con el planteo de Zinóviev era que estos comités locales debían ser las articulaciones de ese mismo tipo de acuerdo con las cúpulas políticas y sindicales socialdemócratas que llevarán a la debacle del Partido alemán. Por otra parte, el PCdI sí que preconizó ese frente único “por abajo” en el marco de la Alleanza del Lavoro (contra la voluntad de las Confederaciones sindicales que veían en esa Alianzauna simple coalición de Estados Mayores), lo que no impidió para nada que el movimiento de masas de Agosto 1922 terminase traicionado por su dirigencia socialdemócrata, lo que abrió una autopista a la victoria del fascismo.
De muy poco valía el argumento de Zinóviev según el cual eso sucedió porque, en ocasión de su constitución, el PCdI se había marginado voluntariamente del Comité Director de la Alianza. En primer lugar, la Alianza fue desde su inicio un frente de organizaciones sindicales que respondían a las distintas fuerzas políticas (con el apoyo del PSI y del PCdI), y el Partido comunista sí que participó más tarde en algunas de sus deliberaciones más importantes [§VIII-6 y 21]. Por otra parte, hubiese sido imposible un acuerdo de partido a partido en el terreno de la acción directa con el PSI por el simple hecho de que ese Partido no se propuso nunca movilización efectiva alguna contra el fascismo (con el cual firmó un Pacto de Pacificación [§VI-3], mientras que la acción de masas la dejaba siempre en manos de los bonzos sindicales reformistas que la saboteaban invariablemente). En cuanto al argumento mil veces repetido de que una negativa del Partido socialista a una propuesta del Partido comunista hubiese provocado su “desenmascaramiento” ante los ojos de los proletarios influenciados por aquél, es muy posible que después de Agosto 1922 las grandes masas hayan perdido el resto de su fe en el Partido socialista y en el maximalismo. Pero ello de nada valió, porque el desenlace de aquellos acontecimientos significó una derrota aplastante del movimiento proletario, una victoria decisiva de la contrarrevolución, y un golpe terrible para el Partido comunista, quien estaba en la imposibilidad de capitalizar ese desengaño.
Por su parte, Tasca formuló contra el Comité Ejecutivo del PCdI una acusación particularmente violenta:
«Al principio, el Partido se negó a participar en la Alianza porque fue promovida por todos los partidos políticos. No habiendo querido entrar por la puerta de los partidos políticos, intentó hacerlo por la ventana de las organizaciones sindicales. En la Alianza del Trabajo, el PCI siempre ha estado en el umbral para no comprometerse. Lo que podía parecer una táctica hábil. ¿Y en qué terminó realmente? Hemos visto que, en el apogeo de la lucha contra el fascismo, hemos llegado a confiar la dirección a una organización que no podíamos controlar en absoluto… Después de la derrota, proclamamos que los otros habían traicionado al movimiento. Pero para las masas que creyeron en la Alianza, que la siguieron y fueron llevadas al matadero con nuestra complicidad, todas las discusiones posteriores al hecho fueron inútiles. La coartada no funcionó. Y la realidad es que la interpretación del frente único como una trampa para los socialdemócratas, por el contrario, nos ha tendido la trampa en la que ha caído el PC».31
Si bien fue cierto que la táctica del Frente Único Sindical, vista como el eje casi único de la de lucha del PCdI, impidió que el Partido construyese una alternativa eficaz al reformismo y al maximalismo en el combate contra el fascismo y contra la ofensiva burguesa, era una ilusión de Tasca creer que la Alianza del Trabajo hubiera tenido un desemboque diferente si el Partido comunista hubiese participado directamente en una coalición político-sindical con el reformismo y el maximalismo, como si esa participación en las instancias directivas de la Alianza junto a estas corrientes las hubiera obligado a tomar parte activa en la lucha revolucionaria contra el fascismo y el Estado democrático que lo apadrinaba. Los acontecimientos en Milán donde pese a la participación del Partido comunista en un frente único político-sindical los socialistas sabotearon la lucha de resistencia contra el fascismo, fue una de las tantas pruebas de esa imposibilidad [§VIII-15].
Fue una ilusión creer que en una situación revolucionaria (como en Alemania en 1923), o de guerra civil (como en Italia en 1921-1922), los partidos comunistas pudiesen apoyarse en – o pasar acuerdos con – las fuerzas políticas socialdemócratas que no se situaban en su mismo terreno de lucha y por sus mismos objetivos.
Engels había defendido en el pasado la posibilidad (e incluso, en ciertas ocasiones, la necesidad) de pasar acuerdos con otras fuerzas políticas32. Lo mismo había sostenido Lenin en 191733. Pero ambos lo hicieron en nombre de los intereses bien compris del proletariado y de la lucha de clases. En Alemania, el KPD, obnubilado por un guion cinematográfico que hacía caso omiso de la verdadera naturaleza de la socialdemocracia, e incluso impulsado por el CEIC, se pasó él mismo la cuerda por el cogote aliándose con un ala supuestamente “radicalizada” del reformismo. Y las críticas de Zinóviev, Radek, Rakosi o Tasca al Partido comunista italiano estaban sesgadas por la adhesión de los cuatro acusadores a ese mismo libreto que fue uno de los factores decisivos del fiasco alemán.
Lo que sí se podía decir a propósito de la política del PCdI era que la táctica de “espléndido aislamiento” decidida por su Dirección (por otra parte no siempre respetado por sus bases o sus federaciones regionales), y su política de rechazo de todo frente único que no fuera en el terreno sindical (rehusando, por ejemplo, que militantes comunistas integrasen la organización de los Arditi del Popolo que luchaban decididamente contra la milicias fascistas), había dificultado durante los años 1921-1922 la eclosión de una alternativa revolucionaria de masas contra el fascismo, independiente del reformismo y del pacifismo socialdemócratas [§VI-12]34.
Pero atribuirle a la primera Dirección del PCdI “la victoria del fascismo”, haciendo abstracción de la responsabilidad directa de las fuerzas políticas que activamente habían desarmado al proletariado italiano desde 1919, y en primer lugar el maximalismo en general, y Serrati en particular, fue una acusación rayana a la infamia por parte de Zinóviev, Radek, Rakosi y Tasca. Máxime que en ningún momento el Partido italiano y el conjunto de sus militantes rehusaron la lucha más decidida y armada contra el fascismo, mientras que el Partido alemán, que había seguido al pie de la letra las orientaciones políticas del CEIC y del IV Congreso, retrocedió ante la ofensiva contrarrevolucionaria de la burguesía.
Un factor de primera importancia de la tragedia de la Revolución en Europa fue la consecuencia de que ni la Dirección bolchevique de la Internacional, ni sus secciones nacionales, lograron proponer soluciones tácticas capaces de superar en los períodos más críticos de la guerra de clases el terrible hándicap representado por la influencia de la socialdemocracia sobre vastas masas proletarias, socialdemocracia que no sólo fue un lastre, sino también una fuerza decisiva en defensa del Orden burgués. Y las posiciones fusionistas de Tasca no fueron ciertamente una contribución positiva para lograrlo.
6.- Por falta de tiempo y de espacio, no podemos adentrarnos en el análisis político de la transición entre la Dirección “bordiguista” y la “gramsciana” del PCdI (cosa que tuvo lugar en los años 1923-1924), en la lucha de tendencias dentro del Partido comunista italiano entre la Izquierda “bordiguista” aún mayoritaria en el Partido, y el Centro gramsciano, como tampoco en las vicisitudes de los acontecimientos políticos en Italia en torno del asesinato de Matteoti, de la liquidación de la democracia parlamentaria con la transformación abiertamente totalitaria del Estado en manos del fascismo, hasta llegar al III Congreso del PCdI de enero de 1926. Este Congreso signará la marginación definitiva de la Izquierda italiana en la III Internacional, tras librar en el VI Ejecutivo Ampliado de febrero-marzo de 1926 una última batalla testimonial contra el curso degenerativo de la Comintern y del Partido bolchevique en vías de estalinización acelerada [§XII-12]35.
Habiendo ya analizado en el capítulo anterior las “lecciones” que las distintas corrientes de la Internacional extrajeron del desastre del Octubre alemán, no queremos concluir este trabajo sin terminar de abordar, aunque más no sea rápidamente, algunos de los temas centrales discutidos en el V Congreso: el Frente Único, el Gobierno Obrero, la cuestión del “social-fascismo”, la “bolchevización” de los Partidos Comunistas, la cuestión sindical internacional y la cuestión rusa36.
SEGUNDA PARTE
El V Congreso de la Internacional Comunista
(Junio-Julio de 1924)37
Al igual que las discusiones en torno del fracaso de la Revolución alemana, el V Congreso de la Comintern tuvo como telón de fondo la derrota en el Partido bolchevique de la Oposición de 1922 y la victoria de la coalición de tendencias representadas por la troika Zinóviev-Kámenev-Stalin38.
7.- EL FRENTE ÚNICO. El V Congreso pretendió dar una versión “de izquierda” de esta consigna. La Resolución sobre el Informe del CEIC rechazó “enérgicamente, como una interpretación oportunista, toda tentativa de hacer de esta táctica algo más que un método revolucionario de agitación y movilización de las masas”. Y Zinóviev, quien tuvo la voz cantante en el Congreso, afirmó:
“La táctica del frente único no es otra cosa que la proposición formulada por los comunistas a todos los obreros pertenecientes a los demás partidos, o a grupos o a sin partido, de luchar en común con ellos por la defensa de los intereses elementales y vitales de la clase obrera contra la burguesía. (…) El objetivo principal de la táctica del frente único es unir mediante la agitación y la organización a las masas obreras. Esta táctica sólo se la puede llevar, verdaderamente, por abajo, entre las grandes masas obreras; los comunistas deben también a veces negociar con los jefes de los partidos obreros enemigos (…).”
“El frente único por abajo es siempre indispensable, excepto, quizá, en los raros momentos de guerra civil declarada (…). El frente único a la vez por abajo y por arriba se lo debe aplicar, no siempre, pero sí con frecuencia, en los países donde somos minoritarios. (…) Finalmente, el frente único sólo por arriba, supongo que hay que decir: ¡jamás! Lamentablemente, en la práctica ha sido precisamente este último método el que se ha empleado con mayor frecuencia: escribir cartas abiertas a los socialdemócratas, mantener conversaciones interminables e inútiles con los jefes para elaborar “programas comunes”39. (…) Por lo tanto, el frente único por abajo casi siempre; el frente único por abajo y por arriba con bastante frecuencia (…); el frente único [sólo] por arriba, jamás”.40
Las Tesis finales del Congreso retomaron casi textualmente estas afirmaciones de Zinóviev41, aportando la precisión de que “[el] llamado a los órganos oficiales de la socialdemocracia (cartas abiertas, etc.[?]) no debe convertirse en una rutina”, y que “[lo] principal es crear previamente entre los obreros (inclusive los obreros socialdemócratas) un estado de ánimo favorable a la acción proyectada, a la campaña por iniciar, para solamente después dirigirse a los órganos oficiales de la socialdemocracia ubicándolos así frente al hecho consumado de una clase obrera determinada; o bien, si se niegan a sostenerla, desenmascararlos ante las masas”.
El marco conceptual y los objetivos fijados para esta táctica no fue diferente a la del frente único sindical defendido y aplicado concretamente por el PCdI en vista de la constitución de la Alianza del Trabajo de 192242. Por una parte, las Tesis hablan de su validez en un período de reflujo de las luchas proletarias “en que la ofensiva capitalista continúa bajo una u otra forma, y en la que la clase obrera no posee aún la fuerza misma de defenderse seriamente”; y, por otra, de su pertinencia en vista de la preparación de las masas para el asalto al poder43.
Agitando, preconizando y aceptando (bajo ciertas condiciones) los frentes “por abajo” y “por arriba”, es decir, las alianzas con las cúpulas de los partidos de la socialdemocracia, con partidos que no habían hecho otra cosa que traicionar a la lucha de las masas, la Internacional construía una vez más un escenario que ninguna experiencia concreta había validado; y que, más aún, había demostrado sus efectos perversos en Italia y en Alemania.
En 1928, en su “Crítica al Proyecto de Programa de la Comintern” (en un momento en que la Internacional estaba ya prácticamente estalinizada), Trotsky escribió un pasaje luminoso que, aunque referida a la política de la III Internacional en China, se aplicaba perfectamente a la táctica del frente único con participación de las cúpulas socialdemócratas preconizada por la Internacional en el V Congreso:
“Es preciso comprender de una vez por todas que una maniobra no puede decidir jamás una gran causa. Si las artimañas parecen lograr ventajas en los pequeños asuntos, [esto] es siempre en detrimento de los asuntos importantes. (…) No es posible esquivar las dificultades fundamentales por medio de una maniobra. (…) Cuando se ejecuta una maniobra hay que prever siempre las hipótesis más desfavorables, tanto respecto al enemigo al que se le hacen concesiones como respecto al aliado poco seguro con el que se establece un acuerdo. (…) La peor y más peligrosa de las maniobras es aquella que obedece a la impaciencia oportunista, al deseo de adelantar el crecimiento del Partido, de saltar por arriba las etapas inevitables de su desarrollo (este es, justamente, el caso en que no se las debe saltar), y que se realiza ligando de manera artificial, hipócrita, diplomática, mediante artimañas y estafas, organizaciones y elementos que se lanzan en direcciones opuestas. Semejantes experiencias, peligrosas siempre, son fatales para los partidos jóvenes y débiles. (…) En la maniobra como en la batalla, no es la sabiduría estratégica (y menos aún el ardid de las artimañas) lo que decide el resultado: es la relación de fuerzas. (…) El mal radica, precisamente, en que los epígonos de la estrategia bolchevique presentan a los jóvenes partidos comunistas el espíritu de maniobra y la flexibilidad como la quintaesencia de la estrategia, arrancándosela así de su eje histórico y de sus principios fundamentales, y, con demasiada frecuencia, realizan artimañas que se parecen a la carrera de la ardilla en su rueda”.44
Toda la ambigüedad y los claroscuros que presidieron la redacción de las Tesis del V Congreso aparecen una vez más en las intervenciones de Zinóviev donde se critica violentamente la acción del Partido alemán en 1923 sin desautorizar para nada las Tesis del IV Congreso, y donde no se descarta que el frente único vaya hasta integrar a corrientes socialdemócratas de izquierda en un futuro gobierno revolucionario:
“Bujarin ya ha dicho que tuvimos un gobierno en el que participaron los socialistas-revolucionarios de izquierda, que entonces representaban a determinados elementos obreros y campesinos. ¿Puede ocurrir, en Alemania, por ejemplo, que el gobierno comunista contenga cierta fracción socialdemócrata? Me parece que sí.”
“Surge un problema: ¿debemos hacer participar en el gobierno a esa fracción que se separe de la socialdemocracia en descomposición y que encarne a los obreros combativos? Naturalmente, y nadie habrá de oponerse. El caso se ha producido”.45/46
8.- EL GOBIERNO OBRERO Y CAMPESINO. Siguiendo de cerca las intervenciones de Zinóviev, (quien tuvo que “retro pedalear” violentamente respecto de ciertas afirmaciones y decisiones del IV Congreso), las Tesis sobre la táctica del V Congreso también pretendieron dar un “giro a la izquierda” en torno de la consigna del Gobierno Obrero.
Recordemos que Zinóviev afirmó que estas consignas debían ser entendidas como la traducción en el lenguaje del proletariado occidental de lo que para los obreros y campesinos rusos era la dictadura del proletariado [§XI-9]:
“Digamos francamente que el “gobierno obrero” y el “gobierno obrero y campesino” nos importan sobre todo como método de agitación y organización de las masas para la lucha revolucionaria. (…) La fórmula de “gobierno obrero” es para nosotros la más popular, la más generalmente accesible, la más adaptada a la conquista de las masas. El obrero y el campesino marcharán por el gobierno obrero, y luego advertirán que el gobierno obrero es, precisamente, la dictadura del proletariado.”
“El gobierno obrero y campesino no es nada más que un método de agitación, de propaganda y movilización de las masas. Como ya lo dije en 1922, es el seudónimo de la dictadura del proletariado.”47
Las Tesis del V Congreso precisaron que “[la] consigna de gobierno obrero y campesino no es para los comunistas, en ningún caso, una táctica de acuerdos y transacciones parlamentarias con los socialdemócratas”48. Pero en ningún momento estas Tesis niegan de manera clara y tajante que este gobierno pueda resultar de una alianza parlamentaria con sectores de la socialdemocracia como expresión de un movimiento de masas extraparlamentario y del armamento del proletariado (tal como estaba contemplado en la “versión de izquierda” del IV Congreso).
Las Tesis reafirmaron que “la consigna de gobierno obrero y campesino ha sido y es aún comprendida por la Internacional Comunista como una deducción de la táctica del frente único”. Así, pues, en el marco político-conceptual del V Congreso, la preparación revolucionaria del proletariado y de la revolución misma debía resultar de una progresión lineal. En primer lugar, de la conquista de la mayoría del proletariado a partir de la táctica del frente único (en acuerdo o no con la socialdemocracia); en segundo lugar, y como consecuencia de la realización del frente único, de la lucha por la formación del “gobierno obrero y campesino” (con la participación o no de fuerzas socialdemócratas y campesinas).
Las afirmaciones contradictorias en torno de la consigna del “gobierno obrero y campesino” daban para todos los gustos. Zinóviev fue hasta declarar: “Algunos camaradas nuestros han comprendido el gobierno obrero y campesino como si abarcara a «todos» los partidos obreros en común con algunos partidos campesinos, transformando así la consigna en su contrario”49. Pero ese «todos» (y «algunos») no excluía «alguno de ellos», dado que Zinóviev mismo dio el ejemplo de los s-r rusos como prueba de la posible participación en el gobierno surgido de la Revolución de un partido representante de proletarios combativos (lo que podía concernir a la socialdemocracia de izquierda, quien no dejaba de ser por ello una válvula de escape de la socialdemocracia).
Esta versión “de izquierda” de las tácticas del frente único y del gobierno obrero y campesino dejaba abierta las puertas a toda clase de derivas políticas “de derecha” (y que Trotsky denunciará vigorosamente en sus escritos sobre “La III Internacional después de Lenin”)50.
El “giro a la izquierda” pregonado por el CEIC (y aprobado por el Congreso) no fue otra cosa que la cobertura de una política que respondía a las necesidades de la lucha por el control de la Comintern librada por Zinóviev (en representación de la Dirección del Partido ruso) contra todas las oposiciones en su seno (hayan sido éstas “de derecha” o “de izquierda”).
9.- LA CUESTIÓN DEL FASCISMO. Los relatores sobre la cuestión del fascismo fueron Bordiga y el alemán Freimuth. No nos detendremos aquí a analizar sus informes51. Señalemos que en esta sede nadie volvió a hacer referencia a una supuesta componente revolucionaria del fascismo (afirmación que estuvo de moda durante el III Ejecutivo Ampliado [§X-15]). La única “novedad” en este tema surgió por boca de Zinóviev: la caracterización de la socialdemocracia como un ala del fascismo.
La primera aparición de esta teoría tuvo lugar en las Tesis adoptadas por el CC del KPD (redactadas por Radek y Brandler) en noviembre 1923 [§XI-3] y por segunda vez en enero de 1924 en las Tesis adoptadas por el Presídium tras la derrota del Octubre alemán [§XI-8]. En su Informe al V Congreso, sin la mínima fundamentación, Zinóviev afirmó: “El hecho esencial es que la socialdemocracia se ha convertido en un ala del fascismo”. La Resolución insistió en la misma idea, oponiendo de manera absurda la democracia burguesa a la violencia antiproletaria52.
Trotsky criticó frontalmente esta posición adoptada por el V Congreso:
“La burguesía sólo hace avanzar su muro de contención fascista cuando un peligro revolucionario inmediato amenaza las bases de su régimen, cuando los órganos normales de su Estado burgués son ya insuficientes. En ese sentido, el fascismo activo es un estado de guerra civil de la sociedad capitalista contra el proletariado insurrecto. Por el contrario, la burguesía se ve obligada a hacer avanzar su muro de contención de izquierda, a la socialdemocracia, sobre todo en dos momentos: en los tiempo que preceden a la guerra civil con el objetivo de engañar, apaciguar y disgregar al proletariado, o bien tras una serie de derrotas de las más amplias masas del pueblo, cuando para restablecer el régimen normal se ve forzada a movilizarlas hacia la vía parlamentaria, y con ellas a los obreros que han perdido la confianza en la revolución. Para contradecir este análisis teórico indiscutible, que ha verificado todo el desarrollo de la lucha, la dirección de la IC lanza una afirmación absurda y simplista sobre la identidad de la socialdemocracia y del fascismo. Partiendo del hecho indiscutible de que la socialdemocracia está tan ligada como el fascismo a las bases fundamentales de la sociedad burguesa y que siempre está dispuesta, en el momento de peligro, a hacer avanzar a sus Noske, la dirección de la IC borra de un plumazo toda diferencia política entre socialdemocracia y fascismo, borrando al mismo tiempo la distinción entre el período de guerra civil abierta y el de “normalización de la lucha de clases”.53
Aunque la caracterización de la socialdemocracia como un ala del fascismo no tuvo consecuencias inmediatas sobre los planteos tácticos de la Comintern, 4 años más tarde el VI Congreso pondrá al orden del día el fin de toda táctica de frente único con la socialdemocracia (sea “por arriba” como “por abajo”) y la lucha contra el “social-fascismo”, preconizando, en ruptura con las decisiones de todos los Congresos anteriores, las escisiones sindicales, la creación de sindicatos rojos dirigidos por los comunistas y la deserción de los sindicatos controlados por la socialdemocracia.
10.- LA PROPUESTA DE UNIFICACIÓN DE LA INTERNACIONAL SINDICAL ROJA CON LA DE ÁMSTERDAM. En el terreno sindical, la novedad del V Congreso fue la propuesta lanzada a la Internacional Sindical de Ámsterdam (ISA) (que agrupaba a las Confederaciones controladas por el reformismo socialdemócrata y adhería a la Sociedad de las Naciones) para la celebración de un Congreso Mundial de unificación con la Internacional Sindical Roja (ISR)54. La propuesta no será seguida de efecto. Pero lo interesante del asunto fue la argumentación esgrimida por el CEIC en apoyo de este enésimo bandazo táctico.
Recordemos que la ISR había sido constituida como organización mundial de los sindicatos ganados al programa de la revolución social y a la dictadura del proletariado. Para los comunistas, la ISR era, en el terreno sindical, una correa de transmisión de la Internacional en el seno de la clase obrera mundial. La integración de los sindicatos rojos en la ISR no era el resultado de escisiones sindicales, sino de la conquista de las direcciones de esos sindicatos por obra de las fracciones o tendencias comunistas que trabajaban en ellos. En ningún momento la Internacional había preconizado la deserción de los sindicatos controlados por direcciones reformistas o no comunistas.
Las justificaciones en apoyo de la propuesta de Congreso Mundial de unificación Sindical fueron las siguientes:
- la presencia en los sindicatos reformistas de millones de proletarios;
- la aparición de un ala izquierda en la ISA;
- el beneficio, a nivel de la propaganda, que se hubiera conseguido en caso de rechazo por parte de la ISA de la propuesta unitaria de la IC, logrando así demostrar al proletariado mundial que era el reformismo socialdemócrata quien estaba en contra de la unidad de la clase obrera.
Estos argumentos eran idénticos a los esgrimidos como justificaciones de los frentes únicos políticos con la socialdemocracia (con la enorme diferencia de que ningún comunista proponía la unificación de la III Internacional con la Internacional Socialista).
Ahora bien, la necesaria lucha contra el reformismo sindical podía, debía y continuaba siendo realizado en contacto con las masas obreras sindicalizadas dentro de los sindicatos dirigidos por los reformistas. La ISA no era más que una superestructura burocrático-sindical (tal como lo era la II Internacional a nivel político). El contacto con las masas a ser ganadas para la lucha revolucionaria no pasaba por la ISA, sino por los sindicatos y Confederaciones nacionales. No existía ninguna contradicción en el hecho de que había millones de proletarios en los sindicatos reformistas y la existencia de la ISR.
Respecto a la presencia de un ala de izquierda en la ISA, la Resolución misma aclaraba55:
“El ala izquierda de la Internacional de Ámsterdam no tiene programa claro ni táctica. Es un ala de izquierda que abarca varias tendencias y que no ha intentado darse una plataforma propia. (…) [Pero] la “izquierda” no se distingue en nada esencial de la “derecha” en los problemas políticos fundamentales (…). Su indeterminación, su inconsistencia, su carácter bastardo han quedado ilustrados por el Congreso de Viena, en el que el ala izquierda votó la resolución de la derecha sin intentar presentar una plataforma propia. No por ello refleja menos una seria fermentación de las masas (…). De allí deriva nuestra actitud. (…) Los comunistas no deben olvidar que el ala izquierda de la Internacional de Ámsterdam desea salvar a esa Internacional, no mediante un abandono radical de su antigua táctica, sino con ligeros cambios en esa táctica.”
Incluso admitiendo que esa “izquierda sindical” traducía una radicalización de un sector que adhería a la ISA, nada impedía a las fracciones sindicales comunistas trabajar en esos sindicatos, e incluso proponer acuerdos entre tendencias y sindicatos dispuestos a luchar por objetivos inmediatos comunes.
De la presencia en la ISA de esta “corriente sindicalista bastarda”, la Resolución extraía a pies juntillas la necesidad de “desencadenar una lucha decisiva por el restablecimiento de la unidad (sindical) internacional”56.
La perspectiva esbozada en este nuevo escenario fantasioso de un Congreso mundial de unificación sindical entre fuerzas revolucionarias y fuerzas abiertamente contrarrevolucionarias57 (perspectiva que naturalmente terminó en agua de borrajas por el rechazo de la ISA), era o bien la expresión de un “angelismo” inconsistente difícilmente imaginable en jefes revolucionarios de la talla de los bolcheviques, o de ese “espíritu maniobrero de los epígonos de Lenin” denunciado más arriba por Trotsky [§XII-7], y que no podía más que confundir y desorientar tanto a las fuerzas sindicales ya organizadas en la ISR como a las que tendían hacia ella. Esta propuesta era la expresión de la tendencia creciente de la Comintern en inventar tácticas improvisadas en función de cambios aparentes de situaciones, cuestionando pilares estratégicos esenciales, o, para decirlo con las palabras de Trotsky, fuera de sus ejes históricos y de sus principios fundamentales.
11.- LA REORGANIZACIÓN DE LOS PARTIDOS COMUNISTAS EN BASE A LAS CÉLULAS DE FÁBRICA. En lugar de cuestionar las tácticas que habían provocado el fiasco alemán, el Ejecutivo Ampliado de enero 1924 había concluido que era necesario transformar organizativamente a los Partidos comunistas como condición sine qua non de su “bolchevización”58/59. La transformación preconizada consistía en hacer de las células comunistas fabriles la base organizativa del Partido (en lugar y en reemplazo de las secciones territoriales)60. El modelo de referencia era el Partido bolchevique, que bajo el zarismo había estado organizado con el modelo propuesto.
Según la Resolución final sobre “La reorganización del Partido sobre la base de las células de empresa”61, los dos argumentos a favor de la reestructuración preconizada fueron los siguientes:
- las secciones territoriales en cuanto unidad básica de los partidos obreros era una herencia de la II Internacional, cuyos partidos estaban principalmente centrados en la actividad electoral y parlamentaria, mientras que para los partidos comunistas su principal punto de apoyo debería estar en las fábricas y en los lugares de trabajo, lo que aseguraría su carácter proletario;
- la organización en células de fábrica permitiría “combatir realmente para obtener el control sobre la producción y llegar, tras la conquista del poder, a dominar la producción en taller”.
El argumento según el cual la célula de base fabril aseguraría al partido su carácter proletario era tanto más curioso cuanto que, con una base de tipo territorial, en 1921 el 95% de los afiliados al PCdI era proletario, mientras que en esa misma fecha más del 90% lo era en el KPD. Y ello no excluía para nada que todos los partidos comunistas tuviesen sus grupos fabriles que le aseguraban un contacto estrecho con las masas obreras en sus lugares de trabajo.
Por otra parte, no se ve por qué, tras la conquista del poder, las organizaciones comunistas fabriles no hubieran podido asegurar el control de la producción gracias a su influencia en el seno de los consejos de fábrica, mientras que la organización del Partido en células comunistas de empresa sí hubiera podido hacerlo.
En el caso del Partido bolchevique bajo el zarismo, el hecho que su organización de base haya sido fabril era tanto más lógico cuanto que, en una situación de represión policial generalizada, la fábrica ofrecía la posibilidad de un contacto estrecho entre los militantes obreros socialdemócratas en mejores condiciones de seguridad, sin correr el riesgo de restringir el horizonte de lucha al ambiente fabril o sindical. En la Rusia zarista, toda lucha de masas asumía inmediatamente un carácter político contra el Orden establecido, lo que no era el caso en el Occidente democrático, donde la burguesía y el reformismo sindical poseían numerosos amortiguadores para circunscribir la lucha fabril en el marco de relaciones “normales” entre el proletariado y la clase capitalista.
La Resolución adoptada en el Ejecutivo Ampliado de enero de 1923, y reafirmada en el V Congreso, fue el primer paso de la llamada “bolchevización” de las secciones nacionales, “bolchevización” que hubiera debido asegurar, como por milagro, la disciplina rigurosa dentro de cada Partido, su centralización estricta, su carácter “monolítico”, la ausencia de luchas de tendencias internas, su alineación incontrastada con las Resoluciones del CEIC y de los Congresos Mundiales (lo que supuestamente lograría hacer de la Internacional un “verdadero Partido Mundial”). Todas estas características le eran atribuidas al Partido bolchevique, que de por sí mismas hubieran hecho posible la victoria de Octubre 1917 y su mantenimiento en el poder a la cabeza del Estado soviético.
Pero esa supuesta “bolchevización” en ciernes poco tenía que ver con la forja del Partido bolchevique, cuya centralización, disciplina interna y capacidad revolucionaria fue el resultado histórico de una estrategia y de tácticas políticas que respondían a las necesidades reales de la lucha revolucionaria contra el zarismo, la burguesía nacional y el imperialismo. Fue la confirmación de la validez de sus orientaciones políticas en el curso de tres revoluciones (1905, Febrero 1917, Octubre 1917) lo que aseguró su disciplina interna, su centralización y su aptitud revolucionaria, sin excluir para nada las luchas de tendencias internas (basta con pensar en las discusiones a la vigilia de la insurrección de Octubre, en los enfrentamientos en torno de la participación o no de los mencheviques y de los s-r de derecha en un gobierno de coalición con los bolcheviques tras la conquista del poder en Octubre 191762, del Tratado de Brest-Litovsk, en la cuestión de la militarización de los sindicatos, con la Oposición Obrera de 1920, en la cuestión de las nacionalidades, …).
La Resolución sobre la reorganización de los partidos comunistas en base a las células fabriles fue el primer intento para superar las enormes y evidentes deficiencias de las secciones nacionales de la Internacional por medio de escuetas medidas organizativas, y no por métodos políticos. Este intento fue contemporáneo a la mise au pas de las Oposiciones en el Partido ruso. Cuatro años más tarde, el resultado de esa “bolchevización” fue la eliminación caporalista de las oposiciones internas en las secciones nacionales y la selección de sus dirigentes en función de su sumisión a las orientaciones del CEIC, orientaciones que eran fijadas por la cúpula del Partido bolchevique que desde 1923 había dirigido – y continuaba dirigiendo – sus baterías políticas contra toda oposición interna63.
12.- la cuestión rusa. La cuestión rusa concernía la situación en el país y el enfrentamiento entre tendencias en el Partido bolchevique. Fue el tema de una exposición de Rikov y de una Resolución final, pero ella no dio lugar a ningún debate en sesión plenaria. La cuestión fue cerrajeada por la Dirección del Partido ruso y el CEIC. Por otra parte, los delegados de las secciones nacionales no poseían información suficiente como para emitir opiniones fundadas sobre estos temas.
Habiendo sido derrotada en la XIII Conferencia del Partido bolchevique en enero de 1924, la Oposición rusa tenía las manos atadas. Llevar las discusiones a la organización internacional hubiera sido considerado como una ruptura de la disciplina en el Partido ruso y un intento de formar una fracción de oposición en la Comintern64/65.
La Resolución final hizo suya las conclusiones de la XIII Conferencia del Partido ruso que calificaban de pequeño-burguesas y oportunistas las posiciones de la Oposición [§XI-2]. Es notable y sorprendente el hecho de que la Resolución final haya sido votada por unanimidad (lo que fue un índice claro de la incapacidad de las secciones nacionales para enfrentar en aquel entonces los problemas que serán críticos tanto para la Revolución rusa como para la Internacional misma).
Zinóviev se empeñó en denunciar una supuesta convergencia política entre la oposición rusa (identificada con Trotsky) y las tendencias de derecha de los Partidos nacionales, lo que carecía de toda verosimilitud y fundamento66.
13.- La Izquierda italiana y el V Congreso de la IC. La intervención de la Izquierda italiana en el V Congreso se centró fundamentalmente en la crítica de la táctica de la Internacional, de su modo de funcionamiento y de la acción del CEIC.
Por otra parte, aunque ya había sido desplazada de la Dirección del PCdI (a pesar de ser aún la mayoritaria del Partido), la Izquierda presentó en este Congreso un Proyecto de “Tesis sobre la cuestión de la táctica”67 (el que fue rechazado).
Su voz cantante fue la de Bordiga. En su principal y larga intervención, Bordiga abordó abierta y crudamente el conjunto de los temas críticos en discusión. En primer lugar, apuntó contra el hecho de que en el Congreso sólo se discutiese la aplicación de las tácticas del frente único y del gobierno obrero en el curso de los dos últimos años, y no de la validez misma de estas tácticas, lo que permitía al CEIC hacer el proceso de las secciones nacionales y lavarse las manos de sus propias responsabilidades68.
Refiriéndose a la táctica del frente único, Bordiga reafirmó las clásicas posiciones de la Izquierda italiana: aceptación del frente único (entre diferentes fracciones políticas) en el seno de organizaciones obreras de masas conquistables por el Partido comunista con miras a lograr la movilización de las masas por objetivos contingentes, y rechazo de todo acuerdo “de partido a partido”69.
El orador culpó del desastre alemán no sólo al CEIC, sino también a toda la Internacional, a su aprobación de las orientaciones de su IV Congreso, y a la política de coalición con la socialdemocracia.
La actitud de cuestionamiento de Bordiga a la orientación táctica del frente único de la Internacional, y del Ejecutivo en particular, estaba más que justificada por sus catastróficas consecuencias en Alemania. Bordiga tenía razón en cuestionar los intentos de ganar a las masas estableciendo alianzas políticas con partidos contrarrevolucionarios, como lo eran los partidos socialdemócratas. Pero lo mismo podía decirse, en una situación de guerra civil, de las fracciones socialdemócratas en las organizaciones inmediatas de la clase (como eran los sindicatos). Y ni Bordiga en su intervención (ni la Izquierda italiana en ninguna otra ocasión) extrajo lección alguna de su política centrada exclusivamente en la aplicación de su preconizado “frente único sindical”, que concluyó de manera desastrosa en la Huelga de Agosto 1922.
En ambos casos, en una situación revolucionaria o de guerra civil, fue ilusorio querer conquistar a las masas por medio de alianzas políticas (en el caso de la Internacional) o sindicales (en el caso de la Izquierda italiana) con partidos o fracciones sindicales socialdemócratas cuya praxis estaba en abierta contradicción con las necesidades de la lucha de clase; y, peor aún, hacer de esas alianzas los ejes centrales de las políticas de los Partidos comunistas.
El Partido alemán quedó entrampado en la búsqueda forzada de un frente único con un partido contrarrevolucionario hasta el tuétano, como lo era el SPD. En cuanto al Partido italiano, no fue el intento de movilizar a las masas sindicalizadas contra la ofensiva burguesa y el fascismo lo que llevó al fracaso de su política en los años 1921-1922, sino el haber hecho de la “unidad sindical” una condición necesaria de la lucha revolucionaria, quedando embretado (a pesar de todas sus críticas) en un frente sindical (la Alianza del Trabajo) tan impotente y contrarrevolucionario como lo hubiera sido el frente único político con la socialdemocracia.
La debilidad del planteamiento de la Izquierda italiana residió, además, en el hecho de que el movimiento comunista no puede descartar las alianzas con otras fuerzas políticas, siempre y cuando, en situaciones dadas, esas fuerzas combatan por sus mismos objetivos de clase y se sitúen decididamente sobre su mismo terreno de lucha. Claro está que éste no era entonces el caso de los partidos socialdemócratas ni el de sus fracciones sindicales.
Ya hemos citado la intervención de Bordiga sobre la cuestión del Gobierno Obrero en el V Congreso reclamando un entierro de tercera clase tanto para la táctica homónima como para la consigna misma [§XI-15]. Se trató de una crítica sin concesiones a las Tesis del IV Congreso como a lo actuado por el KPD y el CEIC.
No nos detendremos en el análisis de las “Tesis sobre la táctica” que la Izquierda presentó al V Congreso, donde ésta expuso detalladamente su propio punto de vista sobre la cuestión. Sin entrar en el análisis minucioso de las mismas, digamos solamente que estas Tesis, en sus desarrollos generales, seguían las impostaciones de la Izquierda en el planteamiento de las cuestiones de táctica, y sufría – tal como lo hemos señalado otras ocasiones – de un esquematismo y mecanicismo simplistas. Ello era la consecuencia de la pretensión ilusoria de querer prever con antelación y en sus mínimos detalles los planes tácticos que los partidos comunistas estarían autorizados a emplear en las diferentes situaciones que podrían presentarse.
Porque una cosa es fijar las líneas rectoras generales de la estrategia y de las tácticas que debieran presidir la elaboración de los planes de batalla, y otra muy distinta es la elaboración precisa de esos planes, los que deben necesariamente tener en cuenta el conjunto de factores materiales y subjetivos, y las relaciones de fuerzas presentes en un momento dado, en el terreno mismo de la lucha de clases. Es por ello que Lenin pudo afirmar, por una parte, que la táctica supone “un plan de actividad sistemática, basado [inspirado] en principios firmes (subrayado nuestro, ndr.) y aplicado rigurosamente”70; y, por otra, que “el marxismo no es un dogma, sino una guía para la acción”, y exige “el análisis concreto de la situación concreta”.
Los esquemas tácticos del movimiento comunista no resultan mecánica o formalmente de sus principios ni de su programa. A modo de ejemplo, en ciertas situaciones históricas, los comunistas puedan emplear la táctica del “parlamentarismo revolucionario” a la espera de la Revolución proletaria que deberá destruir de cuajo al parlamentarismo burgués, una de las instituciones del Estado que el programa comunista propone abatir. Pero ello no significa que cualquier táctica sea admisible para el movimiento revolucionario. Es la teoría marxista, por una parte, y la experiencia histórica, por otra, las que deben suministrar los materiales esenciales para el establecimiento de las líneas directrices de la táctica comunista. Y es la existencia de un Partido aguerrido con un Estado Mayor experimentado lo que permitirá diseñar la táctica en situaciones históricas precisas teniendo en cuenta todas las condiciones de contorno71.
Las críticas del CEIC contra Bordiga pusieron el acento en las desviaciones de tipo sindicalista y sectarias de la Izquierda italiana y de las mentadas Tesis de Roma [§VII-24]. Los cuestionamientos de Bordiga al CEIC y a las Tesis del IV Congreso pusieron de relieve las rupturas de continuidad de las tácticas del “frente único” con la socialdemocracia y del “gobierno obrero” respecto a las líneas directrices de la Internacional, y a sus consecuencias negativas sobre el desastre alemán. Pero ninguno de los dos estuvo en condiciones de ofrecer soluciones tácticas capaces de superar las desviaciones e inconsistencias de las propuestas del otro.
Si bien ambos identificaron lagunas, insuficiencias y desviaciones en las posiciones del otro, el drama tras las polémicas entre el Ejecutivo de la IC y la Izquierda italiana radicó precisamente en que ninguno de los dos pudo resolver el problema de la táctica comunista de la posguerra para tratar de contrarrestar eficazmente la influencia mayoritaria de los partidos socialdemócratas.
Anticipándose a las polémicas que resultarán de la pretendida “bolchevización” de los partidos comunistas y a su regimentación caporalista, Bordiga señaló que los problemas de indisciplina en los partidos de la Comintern no podían dejar de resultar “precisamente porque la Internacional está dirigida con demasiada elasticidad y con insuficiente precisión en cuestiones políticas y tácticas”.
La afirmación de Bordiga explicaba sólo parcialmente la cuestión. Las expresiones y crisis de indisciplina en la Internacional eran la consecuencia de dos factores diversos: por una parte, y desde un inicio, la falta de homogeneidad interna de los partidos comunistas, de las fuerzas y las tradiciones que localmente habían confluido en la formación de estos partidos y que se resistían a aceptar las directivas centrales de la Comintern; y, por otro, de los fracasos de las políticas preconizadas por la Dirección de la Internacional. El “Baile de San Vito” del CEIC en torno de las cuestiones de táctica y la gran indeterminación sobre ellas podía sí ser un factor agravante del potenciamiento de los hechos de indisciplina y de falta de centralización. Lo que Bordiga reclamaba de la Internacional era claridad en las orientaciones de táctica como condición de la centralización y de la disciplina partidarias72.
A partir de su I Ejecutivo Ampliado (diciembre de 1921) [§VII-13], el Ejecutivo había iniciado un período de grandes oscilaciones tácticas, justificadas por reales o supuestos cambios de situaciones. Esa capacidad para efectuar bruscos cambios de táctica era reivindicada como característica de un pretendido y alabado “maniobrismo” bolchevique. El problema era que, con el cambio de situaciones, el CEIC había no solamente cambiado de táctica (lo que en sí no era para nada inadmisible en función de cambios significativos de contexto), sino también las líneas rectoras que debían encuadrarlas. El V Congreso, a pesar de su reivindicado “giro a la izquierda”, estuvo muy lejos de acabar con ese eclecticismo táctico denunciado por Bordiga en su intervención. No se tuvo que esperar hasta el VI Congreso de 1928 para constatar los resultados catastróficos de esas improvisaciones tácticas y cambios de paradigmas73/74.
Bordiga fue además el único representante occidental que tuvo las agallas de abordar, aunque sólo haya sido tangencialmente, la crisis del Partido bolchevique, afirmando que para que la Internacional pudiese mantener una sólida trayectoria revolucionaria, y el Partido ruso superar su crisis, éste debía poder apoyarse en la Internacional y en el proletariado mundial75.
Pero si bien Bordiga pudo diagnosticar la crisis que sacudía a la Internacional, no pudo aportar ni un inicio de soluciones. Fue la inmadurez política del movimiento comunista occidental y su fracaso en extender internacionalmente la Revolución (con todo lo que ello hubiera podido aportar al proletariado ruso y a su vanguardia), lo que llevó a que la contrarrevolución estalinista (expresión de las fuerzas burguesas y nacionalistas en la sociedad rusa) pudiese imponerse en Rusia y hacer de la Internacional una baza de la defensa de sus intereses puramente nacionales; y fue la incapacidad del movimiento comunista occidental para dar una contribución positiva a los lineamientos políticos de la Internacional, y más tarde al Partido bolchevique en plena crisis, lo que facilitó el hecho de que la Comintern terminase por perder todas sus referencias fundacionales.
14.- Fue en ese contexto que se produjo la derrota de la marea revolucionaria de los años 1919-1923, así como la recuperación económica del capitalismo mundial en los años 1920-1929. Más tarde, en el curso de los años ‘30, la degeneración ya definitiva de la Internacional y la contrarrevolución rusa impidieron capitalizar en un sentido revolucionario la crisis mundial del capitalismo (de la que recién saldrá tras la II Guerra Mundial).
Con la Revolución de 1905, el Partido bolchevique y el proletariado ruso tuvieron la repetición general que preparó la victoria de Octubre 1917. Pero el proletariado occidental no tuvo la posibilidad de hacer de la marea revolucionaria de la primera posguerra una repetición general de un segundo intento victorioso.
Con la táctica del “social-fascismo” (adoptada en el VI Congreso de 1928), la política de la Comintern estalinizada llevará a que el Partido comunista alemán se desmoronase nuevamente, esta vez ante el peligro nazi. Dos años más tarde, con la política de los Frentes Populares entronizada en su VII Congreso, la Comintern se movilizará como un solo hombre en defensa de la democracia burguesa, yendo hasta cumplir el papel de verdugo del proletariado español insurrecto76. Y tras la ruptura de la alianza del Estado ruso con el alemán al inicio de la Segunda Guerra Mundial (alianza rubricada con el Pacto Molotov-Ribbentrop que permitió el reparto de Europa Oriental entre Alemania y Rusia), el proletariado mundial será embretado en el esfuerzo bélico en defensa del imperialismo occidental “democrático”, y más tarde en el de las reconstrucciones de los capitalismos devastados por la guerra. Para entonces, la Internacional Comunista ya había sido disuelta (junio de 1943), última garantía – meramente simbólica -, dada por el estalinismo a los imperialismos occidentales, de la renuncia a la Revolución mundial por parte de los partidos comunistas ligados a Moscú.
Notas
1 Aunque más no sea por motivos de fuerza mayor, Gramsci escapó de esa trayectoria: el 8-11-1926 fue arrestado por el fascismo, y sólo será liberado 6 días antes de su muerte, ocurrida el 27-4-1937. Leonetti fue expulsado del PCdI en 1930 por “trotskismo”.
2 Carta de Terracini con fecha del 13-2-1923 a camaradas italianos que vivían en los Estados Unidos. [Paolo Spriano, “Storia del Partito Comunista Italiano, da Bordiga a Gramsci”, ed. Einaudi, 1967, p.260]
3 Donde ya estaba Gramsci como representante del PCdI ante el Ejecutivo (ndr.).
4 Spriano, op.cit., pp.262-266. El lector encontrará en las páginas 265-271 de esta obra una descripción vívida de los denodados esfuerzos de los comunistas italianos para asegurar desde el inicio de la represión la continuidad organizativa y militante y hasta la supervivencia misma del Partido.
5 Carta citada de Terracini del 13-2-1923.
6 Según un informe de la delegación del PCdI al III Ejecutivo Ampliado, en mayo 1923 la CGdL no contaba con más de 150.000 trabajadores (contra dos millones en 1921), la CIL 300.000 (contra 900.000) y el sindicato ferroviario sólo 20.000. [Spriano, op.cit., p.270]
7 Es de señalar que una gran proporción de los 10.250 afiliados que quedaban en el Partido socialista eran funcionarios de la organización, abogados, parlamentarios, concejales y periodistas.
8 Ello no obsta que la aplastante mayoría del PCdI y de sus dirigentes (salvo la pequeña minoría de derecha de Tasca y Graziadei) era totalmente opuesta a una fusión que cuestionaba la razón de ser de escisión de Livorno, y que por ello no había hecho nada para facilitarla, rehusando bajar los decibeles de su oposición al maximalismo. En su Informe por la minoría de la Delegación italiana al III Ejecutivo Ampliado de junio de 1923, Tasca detalló e hizo el proceso de lo actuado por la Dirección del PCdI, cuya “mala voluntad” y “falta de diplomacia” hubiese impedido un voto favorable a los “fusionistas” en el Congreso del PSI, como si el perímetro de un Partido revolucionario dependiese de simples maniobras y comportamientos de carácter diplomático. El informe de Tasca fue publicado en Palmiro Togliatti, “La formazione del gruppo dirigente del partito comunista italiano”, Ed.Riuniti, 1962, p.72-87.
9 En los párrafos §X-14,15 y 16 hemos abordado ya otros temas, centrados en la cuestión alemana, tratados en esta reunión internacional.
10 Spriano, op.cit., pp.257-258.
11 Bulletin Communiste, nº26, 28-6-1923. Radek y Rakosi, fueron hasta afirmar que la reacción fascista pudo triunfar a causa de los errores cometidos por el PCdI [Spriano, op.cit., p.281].
12 Bulletin Communiste, nº26, 28-6-1923. Esta última era una propuesta en abierta contradicción con las Resoluciones del IV Congreso que sólo contemplaban la fusión de ambos partidos, y la no incorporación en el auspiciado Partido unificado de todos aquellos que se opusiesen a la aplicación estricta de las 21 Condiciones de Admisión (oposición que concernía a la mayoría del PSI).
13 La derecha maximalista logró que la Internacional se ponga casi de rodillas ante ella. Tras señalar las maniobras contrarrevolucionarias de la Dirección maximalista [afirmando que “El Ejecutivo constata que inmediatamente después del Congreso el grupo victorioso [antifusionista, ndr.], violando abiertamente los principios más elementales de la democracia interna del Partido [socialista], expulsó a la Juventud simplemente por permanecer fiel al socialismo revolucionario”; que “El Ejecutivo constata que en el momento en que se estaba abriendo la crisis internacional de Ámsterdam, mientras una izquierda obrera más consciente se acercaba a la Internacional Sindical Roja, la Comisión Directiva del PSI consideró oportuno renovar su adhesión a la Internacional de Ámsterdam”; y que “El CEIC debe pues constatar que la dirección del PSI, hasta ahora, ha actuado con hostilidad hacia la IC”, la Resolución sobre la «cuestión italiana» concluye diciendo que “El CEIC, en vista de las dificultades anteriores, prestará toda [su] ayuda para facilitar el trabajo conjunto de los dos partidos”. [Bulletin Communiste, nº31, 2-8-1924]. De más está decir que, siguiendo el Informe de Tasca, «las dificultades precedentes» le eran así atribuidas al PCdI.
14 Ibidem.
15 “V Congreso de la Internacional Comunista”, Primera Parte, ed. Pasado y Presente, 1975, p.86.
16 Tasca, como los otros representantes de la derecha del Partido italiano (Graziadei, Bombacci), tenía tendencias filo-socialdemócratas al estilo de un Paul Leví. E incluso iba más allá, viendo en un bloque de comunistas y socialistas el eje de un reagrupamiento más vasto en el cual podría entrar el Partido Popular (que formaba parte del gobierno de Mussolini) o, por lo menos, su izquierda campesina [Spriano, op.cit., pp.279-280]. En búsqueda de aliados, Tasca no retrocedía ante ningún obstáculo, lo que hubiera repugnado hasta a la derecha del Partido comunista alemán.
17 Giuseppe Vota, Secretario General del Sindicato de Madereros.
18 Pero Gramsci, en una carta a Togliatti del 18-5-1923, ya se había definido a favor de la fusión con los socialistas: «Si sabemos operar bien, absorberemos al Partido socialista y resolveremos el primer y fundamental problema revolucionario: unificar al proletariado de vanguardia (…)». [Togliatti, op.cit., p.67].
19 Spriano, op.cit., pp.276-279.
20 Bulletin Communiste, nº31 del 2-8-1923.
21 En una carta a Gramsci del 1-5-1923, Togliatti hizo referencia a una iniciativa de Bordiga, quien desde la cárcel proponía que la primera dirigencia del PCdI lanzase un Manifiesto al Partido explicitando sus divergencias con el Ejecutivo internacional haciendo hincapié en el rechazo de la fusión PCdI-PSI: “[Amadeo] quiere que el grupo político que hasta ahora ha dirigido al PCI, responsable de su formación y de las acciones que ha emprendido en los últimos tres años, se dirija al proletariado con un manifiesto. En este manifiesto se debería señalar que la acción de la Internacional Comunista con respecto al PSI ha impedido que este grupo político lleve a cabo la tarea histórica que se había propuesto: destruir la vieja tradición pseudo-revolucionaria representada por el PSI, despejar el camino de este cadáver y fundar al mismo tiempo una nueva tradición y una nueva organización de la lucha.” [Togliatti, op.cit., p.54]
22 “Creemos en la posibilidad que la Internacional caiga en el oportunismo” [“Il pericolo opportunista e l’Internazionale”, L’Unità del 30-9-1925]. [http://www.quinterna.org/archivio/1924_1926/pericolo_opportunista.htm]
23 “En el único caso en que se produjera una nueva desviación hacia un revisionismo de derecha de la Internacional, sería necesario responder con la constitución de una fracción de izquierda. Pero no he dicho que, en la Internacional tal como es, o en la Internacional, si se quiere, orientada a izquierda después del V Congreso, la constitución de una fracción sea necesaria o admisible”. [“V Congreso de la Internacional Comunista,” op.cit., pp.165-166; http://www.international-communist-party.org/Italiano/Document/24VConIC.htm#XVI]
24 El acta parcial de esta reunión fue publicada en Togliatti, op.cit., pp.88-90.
25 Spriano, op.cit., pp.287-288.
26 “Amadeo se plantea desde el punto de vista de una minoría internacional. Nosotros debemos plantearnos desde el punto de vista de una mayoría nacional”. [Carta de Gramsci del 9-2-1924, en Togliatti, op.cit., p.197].
27 La Internacional había propuesto un frente único permanente entre ambos partidos (lo que era una enésima innovación táctica del CEIC). [Spriano, op.cit., p.301]
28 Spriano, op.cit., pp.300-301.
29 Zinóviev: “[El PCdI] no se percató de los cambios [en el PSI] ocurridos después de Livorno, e igualmente en Serrati”. [Bulletin Communiste, nº26, 28-6-1924].
30 En marzo de 1924, Manuilsky, representante de la Internacional ante el PCdI, ya había puesto en guardia contra los ataques del CEIC: “Tenéis que comprender, queridos camaradas, que hoy no es sólo una cuestión de fusión, sino también de salvar lo que queda de sano y honesto en el movimiento obrero italiano, en la actual descomposición y desmoralización. El PCI está luchando contra el espíritu de liquidación”. [Stato operaio, 10-4-1924]. Durante el III Ejecutivo Ampliado, Manuilsky intervino después de Zinóviev para preguntar irónicamente si los comunistas italianos eran responsables de la victoria del fascismo por el hecho de haber sido derrotados [Spriano, op.cit., p.281]. No está fuera de lugar recordar aquí que, tras los acontecimientos de Marzo 1921 en Alemania, la Dirección bolchevique, con Lenin a la cabeza, justificó la expulsión de Paul Leví del Partido alemán (a pesar de darle la razón en ciertas críticas que éste hacía) por haber lanzado una campaña política contra la Dirección del VKPD en el preciso momento en que la reacción descargaba sus golpes contra el Partido y la masa de sus militantes, como también ocurría con el PCdI en el momento del III Ejecutivo Ampliado.
31 Del Informe de la intervención hecha en el Ejecutivo Ampliado de la Comintern, junio de 1923, publicado en Lo Stato Operaio, año II, n°12, 17-4-1924 [Spriano, op.cit., p.214].
32 Carta de Engels a G. Trier, 18-12-1889.
33 Lenin, “Acerca de los compromisos” (19-9-1917).
34 Si bien es cierto que nadie puede asegurar que otras tácticas hubiesen permitido derrotar a la ofensiva democrático-fascista en Italia en 1921-1922, no es menos cierto que las condiciones de una resistencia más eficaz y favorable a la concentración de legiones proletarias en el terreno de la acción directa estaban presentes en ese momento [§VI-10].
35 Este largo trabajo hubiera debido (pero no ha podido) concluirse con una historia política de la intervención de la Internacional en la Revolución China de 1925-1927, la que será la expresión irrefutable del papel contrarrevolucionario que desde entonces el estalinismo cumplió a nivel internacional, abriendo la vía a la violencia estatal y al terror contra aquellos que defendían las tradiciones revolucionarias – y por ende internacionalistas – en el Partido bolchevique.
36 En lo que se refiere a la cuestión nacional, el Informe del relator (Manuilsky) la abordó en Europa Central, en los Balcanes, en Rusia y en las colonias. Su Informe fue seguido de una discusión amplia con la participación de delegados de todas las regiones interesadas. La Resolución final sólo concierne a Europa Central y a los Balcanes. Por su amplitud y sus desarrollos en los años sucesivos (sobre todo en China), su tratamiento exigiría un trabajo ad-hoc detallando estas discusiones y la Resolución final en el marco general de la acción y la historia de la Internacional en torno de este tema.
37 Los tópicos tratados en los párrafos siguientes completan las discusiones que tuvieron lugar en el V Congreso acerca del fiasco del Octubre alemán.
38 Ello explica en gran parte la “izquierdización” del CEIC en los temas del Frente Único, del Gobierno Obrero y Campesino, y la falsa caracterización de la socialdemocracia como un ala del fascismo. Todo ello fue la expresión de su intento de desligarse de toda responsabilidad en el fracaso del Octubre alemán.
39 Obsérvese que durante todo el período 1922-1923 el CEIC no tuvo nada que reprochar a la política de publicación de Cartas Abiertas del Partido alemán ni a sus negociaciones entre cúpulas con los partidos socialdemócratas que no desembocaron en ningún frente único “por abajo”.
40 V Congreso de la Internacional Comunista, Primera Parte, op. cit., pp.190 y 72. [https://drive.google.com/file/d/0B5nBrmtP2CtkLXJQYldPd29iMnc/view]
41 Ibidem, Segunda Parte, pp.54-55. http://www.mediafire.com/file/5c1i5puq542uysp/V+Congreso+de+la+Internacional+Comunista%2C+17+de+junio-8+de+julio+de+1924%2C+Informes%2C+segunda+parte+%28Cuadernos+de+PyP+56%29.pdf
42 Esa identidad conceptual (aunque no formal, pues la Izquierda italiana rechazaba los acuerdos entre cúpulas políticas y las aceptaba solamente entre cúpulas y fracciones sindicales de los partidos políticos) hizo que Bordiga y los otros delegados de la Izquierda italiana votasen las Tesis como expresión de un “giro a la izquierda” de la Internacional.
43 “[La] táctica del frente único sólo se aplica si cada sección, con plena conciencia de sus peligros y sin adoptar fórmulas mecánicas, se propone concretamente movilizar a las masas para ciertas finalidades y reivindicaciones parciales y organizarlas, para orientarse siempre hacia la revolución y la conducción al combate de la mayoría de las capas decisivas del proletariado, a fin de realizar por fin el asalto a la burguesía”.
44 Trotsky, “Crítica al Programa de la Internacional Comunista” (§9: “Sobre el carácter de las maniobras y de la estrategia revolucionaria”), 1928. Desgraciadamente, Trotsky mismo había aprobado las tácticas decididas en el Ejecutivo Ampliado de diciembre de 1921 y en el IV Congreso.
45 Intervención de Zinóviev, en “V Congreso de la Internacional Comunista, Primera Parte”, op.cit., pp.198-199. Una vez más, y de manera abusiva, Zinóviev pretendía dar como ejemplo de ello a los socialistas-revolucionarios (s-r) rusos que participaron en el primer Gobierno soviético luego de la conquista del poder por parte de los bolcheviques. El ejemplo era abusivo porque esta corriente representaba al campesinado revolucionario, con el cual el proletariado ruso debía aliarse para realizar la revolución agraria antifeudal. Además, esta afirmación estaba en contradicción con Zinóviev mismo, quien en junio de 1922 había afirmado: “Yo no creo que alguna vez la socialdemocracia nos ayude a instaurar el comunismo. Todo lo contrario” [§IX-9]. Trotsky estuvo mucho mejor inspirado cuando en 1928 escribió en una Carta al VI Congreso de la Comintern que la socialdemocracia de izquierda era una válvula de seguridad del Partido socialdemócrata de la misma forma que éste lo era de la sociedad burguesa.
46 Bujarin reiteró la voluntad de ganar a la socialdemocracia de izquierda para la Revolución, y de renovar con ella la experiencia de “gobiernos obreros” de coalición: “Nosotros (…) estamos convencidos de que la exasperación de la lucha de clases terminará por escindir a los partidos oportunistas y que una parte vendrá hacia nosotros. (…) Ha habido un gobierno obrero en Rusia, en Hungría y asimismo en Sajonia (aunque en este último país no haya sido excelente), y el gobierno obrero es, por lo tanto, un hecho”. [“V Congreso de la Internacional Comunista, Primera Parte”, op.cit., p.264]. Recordemos aquí que Lenin había criticado violentamente la experiencia húngara del gobierno de coalición entre comunistas y socialdemócratas.
47 Ibidem, Primera Parte, pp.77-78.
48 Ibidem, Segunda Parte, p.57.
49 Ibidem, Primera Parte, p.71.
50 En particular, en relación a la llamada «clase campesina» (sin mayores especificaciones, contrariamente al contenido de las Tesis del II Congreso de 1920), la Resolución del V Congreso sobre el Consejo Campesino Internacional afirmaba la necesidad de “la constitución de un bloque obrero y campesino por un lapso más o menos largo [???]”, y “donde haya partidos campesinos u otras organizaciones políticas de la clase campesina los camaradas deben ayudar a los campesinos pobres a apoderarse de la dirección”. Esta política de alianza política “con el campesinado” en general se traducirá en 1924 en el flirt de la Internacional con Raditch (jefe del partido campesino republicano croata que había hecho un peregrinaje a Moscú y que terminó siendo denunciado en 1925 por traición por la misma Internacional Campesina tras su capitulación ante la monarquía [cf. Broué, Histoire de l’Internationale Communiste (1919-1943), ed.Fayard, p.388]), y en la entrada de los comunistas en el Workers and Farmers Party de los EE.UU. (intento que terminó patéticamente con la expulsión de estos). En el V Congreso, Kolarov (el relator sobre la cuestión campesina) había afirmado: “En los Estados Unidos los pequeños granjeros han formado un partido de granjeros y campesinos que se radicaliza cada vez más, que se acerca a los comunistas y que se impregna de la idea de la creación en los EE.UU. de un gobierno obrero y campesino” [citado por Trotsky en “La Tercera Internacional después de Lenin”]. El libreto fantasioso de la alianza del proletariado occidental con un movimiento campesino genérico se tradujo en la inflación sin escrúpulos de la importancia real del Consejo Campesino Internacional (el que no tuvo existencia alguna). La campaña fantasiosa del CEIC en torno de los movimientos políticos campesinos con potencial revolucionario en el Occidente europeo y en los EE.UU. era funcional a su intento de hacer de los comunistas los representantes de los intereses de “todas las clases trabajadoras”.
51 Ya hemos analizado anteriormente las posiciones de Bordiga sobre el fascismo [§VI-5]. El Informe de Freimuth no tiene nada destacable y es meramente descriptivo.
52 “Cuanto más se descompone la sociedad burguesa, más adquieren los partidos burgueses, sobre todo la socialdemocracia, un carácter medianamente [¡sic!] fascista, valiéndose de métodos violentos contra el proletariado (…). El fascismo y la socialdemocracia son los dos aspectos de un solo y mismo instrumento de la dictadura del gran capital”. [“V Congreso de la Internacional Comunista, Segunda Parte, op.cit., p.120]
53 Trotsky, “Crítica al Programa de la Internacional Comunista”, §6 (“La era democrático-pacífica” y el fascismo), 1928.
54 El trasfondo de esta propuesta fue el acercamiento entre la corriente sindical de izquierda de los sindicatos ingleses (TUC – Trade Union Congress) y los sindicatos rusos, lo que conducirá a la constitución del Comité Sindical Anglo-Ruso). Las vicisitudes y el marco general de estos acontecimientos, que culminarán en 1926 con la derrota de la clase obrera inglesa en el mayor conflicto social en Gran Bretaña en la primera posguerra, han sido detallados en Broué, Histoire de l’Internationale Communiste (1919-1943), ed. Fayard, pp.406-424. Durante aquellos dramáticos acontecimientos tuvo lugar la capitulación de la Comintern ante la traición activa de las direcciones sindicales inglesas.
55 “V Congreso de la Internacional Comunista”, Segunda Parte, op.cit., pp.105-114.
56 “Esta unidad podría restablecerse mediante la convocatoria de un Congreso Mundial en el que estarían representados sobre una base proporcional todos los sindicatos afiliados a la ISA y a la ISR. El Congreso mundial de unión, en el que deben estar representados los sindicatos de todo el mundo, podría echar los fundamentos de una nueva Internacional unificada de los sindicatos, que se convertiría efectivamente en la organización mundial del proletariado. Sería un Congreso que marcaría un progreso gigantesco en el camino de la concentración de todas las fuerzas por la lucha contra la burguesía”.
57 “La ISA no es más que la suma de las organizaciones nacionales de los países de la Entente sometidas a la dirección política de los burócratas reformistas”, según las palabras mismas del Relator (Lozovski, Secretario General de la ISR).
58 Ello parecía al CEIC tanto más urgente cuanto que el cuadro general de la situación interna de las secciones nacionales más importantes era francamente desolador (Alemania, Francia, Checoslovaquia, Polonia, Suecia, Noruega), estando en la mayoría de los casos desgarradas por luchas internas incesantes entre corrientes de derechas que buscaban tender puentes con la socialdemocracia, corrientes de izquierdas de diferente tipo y tendencias centristas informes que se alineaban según las orientaciones cambiantes del CEIC.
59 “Résolution du C.E. de l’I.C. sur les Cellules d’Usines”, Bulletin Communiste, 14-4-1924. [http://gallica.bnf.fr/ark:/12148/bpt6k9621667c.item]
60 Aunque éstas no desaparecían completamente, ya que los militantes que no trabajaban en fábrica estarían organizados en células territoriales. A su vez, los delegados de las células de empresas eran agrupados en organizaciones territoriales regionales, dando lugar a una estructura vertical que culminaba en un Comité Central.
61 “V Congreso de la Internacional Comunista”, Segunda Parte, op.cit., pp.89-91.
62 Cf. Broué, El Partido bolchevique, Cap.IV, “El II Congreso y el problema de la coalición”. [https://www.marxists.org/espanol/broue/1962/partido_bolchevique.htm#h042]
63 Este doble proceso degenerativo, de la Internacional y del Estado soviético, desembocó en 1926 en la victoria del estalinismo en Rusia (lo que aquí significó la victoria del ustrialovismo*) y en el sometimiento creciente de la Internacional a los intereses meramente nacionales del Estado ruso. Esto último se tradujo inicialmente en el comportamiento de la Comintern ante la huelga general de 1926 en Gran Bretaña y durante la Revolución China de 1925-1927. A partir de ese momento, la Dirección del Partido ruso en manos de la fracción que, por simplicidad, llamamos “estalinista”, hizo uso de los resortes represivos del Estado soviético contra los miembros de la Oposición. Durante los 12 años siguientes (de 1926 a 1938), la generación de revolucionarios internacionalistas artífices de la victoria de Octubre 1917 y de la formación de la Internacional será, en su inmensa mayoría, ejecutada por los esbirros de la contrarrevolución estalinista.
* Ustrialov fue un político del Partido Constitucional Demócrata que trabajó para la contrarrevolución durante la guerra civil al servicio del Almirante Kolchak. Luego de la implementación de la NEP, Ustrialov pronosticó la evolución del poder soviético hacia la defensa de los intereses nacionales y burgueses de Rusia, y luego se convirtió en un partidario del nacional-bolchevismo ruso. En el XI Congreso del Partido bolchevique (1922), Lenin puso en guardia contra el peligro de semejante evolución contrarrevolucionaria que, según él, no podía ser descartada [cf. Lenin, “Informe político del CC del Partido comunista de Rusia”, Obras completas, vol.36, pp.254-256].
64 El Partido bolchevique había prohibido la formación de fracciones como una necesidad imperiosa en medio de la guerra civil.
65 Ante una invitación en el Congreso para que exponga su punto de vista, Trotsky la declinó. Trotsky mismo no participó en los trabajos del V Congreso ni intervino en las sesiones plenarias. Sólo tuvo en él un papel decorativo, habiendo sido nombrado por aclamación en el Presídium del Congreso e invitado a redactar el Manifiesto final.
66 Zinóviev trató de impedir de esta forma la formación de una oposición internacional y su convergencia con la Oposición rusa como consecuencia del fiasco alemán. De allí el empecinamiento de Zinóviev y Bujarin en criticar muy particularmente las posiciones de Bordiga (dado que éste era un respetado y reconocido dirigente de izquierda del Partido italiano que, desde hacía dos años, había marcado públicamente su oposición a las decisiones tácticas de la Comintern).
67 Cf. el documento en: http://www.international-communist-party.org/Italiano/Document/24VConIC.htm
68 “Otro comentario que me permito hacer sobre el debate y todas las discusiones de este orden (orden del día) que están teniendo lugar aquí, y que constituyen la fase más importante del Congreso Mundial. Debemos discutir la actividad y la táctica de toda la Internacional, sobre el Informe del trabajo entre los dos Congresos de su órgano supremo, el Ejecutivo. Se debería someter a un examen muy cuidadoso la actividad, el trabajo del Centro Directivo de la Internacional. En realidad, vemos que aquí no se hace el proceso del Comité Ejecutivo, sino que siempre es el Comité Ejecutivo el que hace el proceso a cada Partido, a cada sección”. [“V Congreso de la Internacional Comunista,” Primera Parte, op.cit., pp.163-164]
69 “La fórmula traída aquí es la del frente único desde abajo y no desde arriba. Es una fórmula bastante buena: el frente único de los trabajadores, de toda la clase obrera, no la coalición del Estado Mayor del Partido comunista con los de los otros partidos supuestamente obreros. Porque, si no queremos comprometer todo nuestro trabajo de preparación política revolucionaria del proletariado, ni siquiera debemos dejar pensar que hay otro partido obrero fuera del Partido comunista; que los partidos socialdemócratas y los partidos comunistas son fracciones paralelas de la clase obrera que habrían sido divididas por casualidad pero que pueden marchar y luchar juntos. Por el contrario, debemos decir que la distinción entre nuestro Partido y los partidos oportunistas es una necesidad de la lucha revolucionaria, pero que, a pesar de ello, no renunciamos a prospectar [la posibilidad de] una acción conjunta en el terreno de las reivindicaciones parciales entre los trabajadores que ya son comunistas y los trabajadores que están en los partidos socialdemócratas y oportunistas, y quizás incluso en los partidos burgueses. Por otro lado, también nos encontramos en presencia de una fórmula dada por el camarada Zinóviev que no excluye completamente el frente único desde arriba. (…) Para nosotros, la posición a adoptar en este problema de táctica es la siguiente: la base del frente único nunca debe ser la de un bloque de partidos políticos. Se puede encontrar en otras organizaciones de la clase obrera, no importa cuál, pero en organizaciones tales que, dada su constitución, pueden ser conquistadas por la dirección comunista, es decir, pueden convertirse en revolucionarias.” [Ibidem, p.164].
70 Lenin, “Por dónde empezar”, Isrka, 1901. Parafraseando a Trotsky, podríamos añadir: “dentro de sus ejes históricos y sus principios fundamentales”.
71 No se puede hablar de táctica “si no existe una organización fuerte, iniciada en la lucha política en cualquier circunstancia y cualquier período”. [Lenin, ibidem]
72 Frente a las “rectificaciones de izquierda” proclamadas en el V Congreso en torno de las tácticas del FU y del Gobierno Obrero, Bordiga afirmó: “[Nosotros pedimos] una rectificación clara y precisa de las directrices de la Internacional: aunque esta rectificación ni siquiera sea hecha de la manera que pedimos, aunque sea conforme a la opinión de la mayoría de la Internacional, de sus dirigentes que tienen los títulos principales para expresar su opinión; pero que sea hecha, y de manera clara. Debemos saber adónde vamos”. Criticando el «estilo» de dirección del CEIC, añadió: “Queremos conseguir una verdadera centralización, una verdadera disciplina. Todos nosotros estamos a favor de la centralización y de la disciplina, pero pedimos que se reúnan las condiciones reales para poder garantizar este resultado en la práctica, (resultado) que no puede ser confiado a la buena voluntad de uno u otro de los camaradas, quien después de veinte reuniones firme un acuerdo que satisfaga finalmente a la derecha y a la izquierda. Con este sistema nunca se podrá garantizar una verdadera disciplina (…)”. [“V Congreso de la Internacional Comunista,” Primera Parte, op.cit., p.166; http://www.international-communist-party.org/Italiano/Document/24VConIC.htm#XVI]
73 La convicción de Bordiga del eclecticismo maniobrero del CEIC se verá nuevamente confirmada 11 meses más tarde, cuando incentivado por aquél, la Dirección gramsciana del Partido italiano propuso un frente único al PSI maximalista, al PSU reformista, el Partido republicano y al Partido sardo con el propósito de luchar “por la constitución de una Asamblea Republicana que surja sobre la base de Comités obreros y campesinos, y que organice a todas las fuerzas populares antifascistas”. Mientras que las Tesis sobre el FU de diciembre de 1921 apuntaban a ganar a las masas influenciadas por los “partidos obreros” como condición de la lucha revolucionaria para la conquista del poder contra la democracia burguesa, la propuesta del FU de junio de 1925 apuntaba a ganar a las masas influenciadas por los “partidos de izquierda” como condición de la lucha por objetivos democrático burgueses [Spriano, op.cit., pp.463-465]. El éxito de semejante táctica hubiese configurado una situación como la España de julio de 1936.
74 Sólo considerando de cerca la situación económica, social y política en la Rusia de los años 1921-1925, con sus consecuencias dramáticas en el interior del Partido bolchevique, desgarrado de manera creciente por luchas de tendencias que, cada una a su manera, buscaban paliar la ausencia de la extensión salvadora de la Revolución en Europa Occidental, se puede llegar a intuir el “clima” que rodeaba las discusiones y las iniciativas de todos aquellos revolucionarios (llámense Trotsky, Zinóviev, Bujarin o Radek) quienes, a pesar de todos los errores cometidos, estaban motivados e impelidos por un gigantesco aliento revolucionario (y no fue por nada que todos ellos fueron exterminados por la contrarrevolución estalinista). Pero ello no disminuye en nada la necesidad de estudiar de cerca la historia de la marea revolucionaria de 1919-1927, constatar las consecuencias de las orientaciones y decisiones políticas tomadas por la Internacional y sus secciones nacionales a lo largo de aquellos acontecimientos gigantescos, y extraer enseñanzas que puedan educar y llegar a ser útiles a las fututas generaciones de revolucionarios.
75 “No debemos olvidar (…) que, si el Partido bolchevique fue capaz de realizar esta síntesis del desarrollo particular de Rusia con las experiencias revolucionarias del mundo, es también porque sus dirigentes se vieron obligados a emigrar y vivir en el ambiente del capitalismo occidental, donde había un proletariado que había sido capaz de forjar su teoría y su política. El desarrollo histórico del capitalismo mundial y la guerra imperialista de 1914 les permitió esta magnífica y triunfante aplicación de esa doctrina mundial que es el marxismo revolucionario, el leninismo; porque Lenin es mundial y no sólo ruso, nos pertenece a todos. Quiero tener la sinceridad de decir que, en la situación actual, es la Internacional del proletariado revolucionario mundial la que debe devolver al Partido comunista ruso una parte de los numerosos servicios que ha recibido de él. La situación más peligrosa, desde el punto de vista del peligro revisionista de derecha, es la situación del Partido ruso, y los otros partidos deben apoyarlo contra ese peligro. Es en la Internacional donde debe encontrar la mayor fuerza que necesita para atravesar esta situación verdaderamente difícil, en la que los esfuerzos de nuestros compañeros que la dirigen son realmente admirables. Ciertamente para nosotros es una garantía [contra las derivas derechistas en la Comintern] la enorme contribución que el Partido ruso ha dado al trabajo de la Internacional. Pero nosotros queremos que la verdadera garantía repose sobre toda la masa del proletariado revolucionario del mundo entero”. [“V Congreso de la Internacional Comunista,” Primera Parte, op.cit., p.166; http://www.international-communist-party.org/Italiano/Document/24VConIC.htm#XVI]
76 Cf. Munis, Jalones de derrotas, promesas de victoria. [www.marxists.org/espanol/munis/oc/tomo4.pdf]