Prólogo

En 1920, en los párrafos finales del “El ‘extremismo’, enfermedad infantil del comunismo”, Lenin señaló que, una vez ganadas las vanguardias revolucionarias a los principios del marxismo revolucionario, les quedaba aún un largo camino por recorrer hasta capacitarse para captar y dirigir a las grandes masas proletarias en su lucha por el poder de los consejos obreros y la dictadura del proletariado. Lenin ponía entonces en guardia contra la idea simplista de creer que esta conquista podía ser lograda por medio de panaceas doctrinarias, “con arreglo a normas tácticas de lucha estereotipadas, igualadas mecánicamente e idénticas”, sin tener en cuanta las diferencias de situaciones nacionales, estatales, entre los pueblos y los países, y afirmó que la unidad de la táctica internacional del movimiento revolucionario no suponía en absoluto hacer abstracción de estas particularidades.

El estudio detallado de la lucha de clases y de las situaciones presentes en Italia y Alemania en los años 1914-1923 permite precisamente entrever: (a) las dificultades encontradas en la formación de Partidos comunistas a partir de una multitud heterogénea de corrientes atraídas por el faro de la Revolución de Octubre 1917; (b) la enorme complejidad y variedad de circunstancias históricas que debieron enfrentar las vanguardias revolucionarias; y (c) la diversidad de problemáticas a las que estas vanguardias debían responder, estratégica y tácticamente, para poder pretender conquistar esa influencia determinante entre las masas trabajadoras que es una condición indispensable de la Revolución socialista.

Resumamos la situación en aquel entonces.

En medio de los horrores y sufrimientos soportados por las masas trabajadoras europeas durante la I Guerra Mundial (1914-1918), la Revolución rusa de Octubre 1917 – dirigida por el Partido bolchevique – proclamó su voluntad de acabar con la guerra, despertando un enorme entusiasmo y un poderoso auge revolucionario entre las masas proletarias europeas.

En 1919, la Internacional Comunista recién fundada esperaba a corto o mediano plazo la victoria de la Revolución proletaria en Europa. La lucha del proletariado europeo alcanzó su estadio más agudo, con insurrecciones y guerras civiles, en Hungría, Alemania e Italia. Sin embargo, la marea revolucionaria de la primera posguerra se cerró con tres grandes fracasos.

El objetivo principal de este trabajo es explicar cómo se desarrolló la lucha de clases en aquellos dos últimos países, y cuales fueron las causas que determinaron la victoria de la contrarrevolución burguesa.

Por primera – y, hasta el día de hoy, única – vez en la historia, en Octubre 1917 el poder fue conquistado por un partido proletario declaradamente anticapitalista y marxista.

El marxismo ha permitido a los partidos revolucionarios de la clase obrera establecer los principios y el programa de su emancipación del capitalismo. Estos fueron enunciados por primera vez en el Manifiesto del Partido Comunista de Marx y Engels de 1848, y desarrollados y defendidos por ambos en los siguientes decenios, primero en la Asociación Internacional de Trabajadores (I Internacional, 1864), y ulteriormente – tras la muerte de Marx en 1883 – por Engels en la Internacional Socialista fundada en 1889.

Luego de la bancarrota de la II Internacional en 1914 como consecuencia de la adhesión de la gran mayoría de los partidos socialistas a las políticas imperialistas de sus propias burguesías, el marxismo revolucionario se encarnó, en su forma más acabada, en la lucha teórica, programática, de principios y táctica del Partido bolchevique (personificado por sobre todo en la obra de Lenin). La victoria de la Revolución de Octubre 1917 permitió una nueva reorganización del movimiento proletario en torno de la III Internacional. Esta última se fundó sobre las bases marxistas restauradas y enunciadas en sus tres primeros congresos (1919, 1920 y 1921), integrando las experiencias y los parámetros de la guerra imperialista y de la experiencia revolucionaria de la Revolución rusa.

Así como las lecciones de la derrota de la Comuna de París (1871) fueron esenciales para la victoria de Octubre 1917, las lecciones de las derrotas del proletariado italiano y alemán son condiciones necesarias, aunque no suficientes, para la preparación de una futura Revolución victoriosa. Desde este punto de vista, será esencial la comprensión de la dinámica de los factores que convergieron centrípetamente para generar aquellos fracasos, y que van de las estrategias políticas de las clases dominantes y del peso de la socialdemocracia en el movimiento obrero, a la historia misma de las corrientes del comunismo occidental que adhirieron a la III Internacional y a las tácticas adoptadas por la Internacional y sus partidos en los años 1921-1926.

Si bien la formulación programática y de principios efectuada por la Internacional Comunista fue luminosa, la cuestión táctica de la relación de los partidos comunistas con los partidos socialdemócratas y centristas en el área de capitalismo desarrollado (Alemania, Francia, Italia, …) generó grandes polémicas y divergencias en los partidos comunistas y en la Internacional. Nos referimos a las cuestiones del Frente único, del Gobierno Obrero y del Gobierno Obrero y Campesino.

Estos problemas jugaron un papel capital en la historia del Partido Comunista de Alemania y en su fiasco de Octubre 1923, el cual puede ser considerado a posteriori como la derrota culminante de la ola revolucionaria europea de la posguerra iniciada con la Revolución de Octubre.

Estas mismas cuestiones incidieron en las vicisitudes políticas del Partido Comunista de Italia (PCdI) durante sus dos primeros años de existencia y en la derrota del proletariado italiano como resultado de la ofensiva convergente de la democracia y del fascismo.

Las dificultades encontradas por los partidos comunistas occidentales para conducir una acción revolucionaria, las divergencias internas y las derrotas sufridas, generaron grandes tensiones en la Internacional Comunista. A partir de su V Congreso (1924), su dirección pretendió superarlos por medio de medidas burocráticas, organizativas y disciplinarias (con la llamada política de “bolchevización” de los partidos comunistas) que no hizo más que acentuar sus crisis internas.

Así se llegó al año 1926, en el que las crisis de los partidos comunistas occidentales se conjugaron con la decisiva crisis del Partido bolchevique que llevó a la victoria del estalinismo con la adopción de la “teoría del socialismo en un sólo país”, índice certero del proceso de la contrarrevolución rusa en marcha y de la degeneración de la Internacional.

Es en ese marco que adquieren particular relevancia las complejas polémicas de aquel entonces sobre las cuestiones de táctica y de organización. Uno de los objetivos de este trabajo es poner en evidencia los términos, los condicionamientos históricos, los presupuestos y los alcances de dichas polémicas.

En el arco histórico que va de 1919 a 1926, Octubre 1923 aparece como un punto de inflexión de la revolución mundial. La victoria del proletariado alemán hubiese creado condiciones favorables para trastocar las relaciones de fuerzas entre el proletariado europeo y el imperialismo, para contrarrestar a las fuerzas contrarrevolucionarias que se agitaban en el subsuelo social ruso, y para dar un formidable impulso a la lucha del proletariado internacional.

Para comprender los desarrollos que determinaron el curso de aquellos gigantescos y dramáticos acontecimientos, tendremos que exponer su contexto histórico y hacer una reseña del movimiento socialista italiano y alemán, de la lucha de clases en estos dos países, de los procesos de fundación de los partidos comunistas, y del accionar de la Internacional Comunista.


Un objetivo central de este trabajo es la crítica marxista de la historia política de la Internacional Comunista centrada en la lucha de clases en Alemania e Italia en el período 1914-1923. Si bien existen en italiano y alemán obras de historiadores universitarios que suministran información muy útil sobre aquellos acontecimientos (y que en su inmensa mayoría no están traducidas al castellano), los escritos de crítica política sobre este tema están naturalmente influenciados por las concepciones ideológicas de sus autores1.

Si consideramos el caso de Italia, la crítica política de este período se inscribió, sea en la tradición oficial del PCdI vinculada a la trayectoria del estalinismo2 y del post-estalinismo3, sea en la tradición de la Izquierda comunista italiana (“bordiguista”), sea en una nebulosa de historiadores que han reevaluado, a través de la obra y la acción de Amadeo Bordiga, su aporte al movimiento obrero revolucionario.

Los exponentes de la tradición oficial del PCdI han efectuado una lectura de su historia a la luz de su propia trayectoria a partir de su participación activa en la restauración de la democracia burguesa tras la II Guerra Mundial4. Su denostación de la acción de este Partido en los años 1921-1923, acusado de no haber puesto la defensa de esta democracia en el centro de su lucha antifascista, está sesgada y descalificada por su adhesión a objetivos programáticos en abierta oposición a los cinco primeros Congresos de la Internacional Comunista.

En base a los hechos históricos de aquella época, nuestro trabajo pone en evidencia la falta de viabilidad de los intentos que pretendieron apoyarse en la democracia burguesa para contrarrestar el ascenso y la victoria del fascismo (Capítulos VI, VII y VIII).

Desde los años ’70, varios historiadores publicaron estudios sobre los primeros años del PCdI, sobre la Izquierda comunista italiana en general y en particular sobre Amadeo Bordiga, el exponente más influyente de esta corriente en los años ’20 y dirigente máximo del PCdI desde su fundación en enero de 1921 hasta mediados de 19235.

En su mayoría, estos estudios centran el análisis de las posiciones de Bordiga en el marco de las polémicas en el seno de la socialdemocracia italiana (hasta 1920), en el PCdI y en la Internacional Comunista (desde 1921 en adelante), y en los supuestos o reales efectos – positivos o negativos – que sus posiciones han podido tener sobre el accionar del comunismo en Italia. Si bien algunos de ellos aportan información útil para un análisis crítico de la historia de la Internacional, están lejos de ofrecer un cuadro exhaustivo de la misma porque se limitan principalmente a abordar cuestiones ideológicas. Pocos estudios suministran información histórica precisa para cotejar las consecuencias concretas que tuvieron las posiciones de la Izquierda italiana en la lucha de clases6, y esos estudios están fundamentalmente centrados en Italia o en aspectos parciales de la historia de la Internacional.

Ahora bien, el alcance de las luchas de tendencias en la Internacional Comunista no estuvo limitado a un país, sino a áreas geo-históricas determinadas, en particular a toda la Europa Occidental. Por ello, la validez de las posiciones defendidas por sus protagonistas-antagonistas debe ser evaluada en ese marco general.

En el caso de Alemania, el libro de referencia sobre este período ha sido el del historiador de origen trotskista Pierre Broué7. Su obra, indispensable y de una gran riqueza documental, expone en su capítulo XLIII las falsificaciones interesadas del estalinismo sobre la historia política del comunismo alemán; y en sus capítulos finales (XLV, XLVI y XLVII) desarrolla su propio balance crítico de este último y de la intervención de la Internacional en Alemania de 1920 a 19238.

El balance de Broué se resume fundamentalmente a hacer suyas las posiciones de Paul Leví9 y en hacer de él el único líder que habría sido capaz de salvar al comunismo occidental de la bancarrota10, mientras abruma a Karl Radek (representante de la Internacional ante el Partido comunista alemán) por no haber podido “dar a los cuadros del KPD lo que les faltaba: una profunda seguridad política basada en un análisis que se cuestionaba constantemente a la luz de la evolución de la situación, la continuidad en la acción y la firmeza en la defensa de sus opiniones, el apego a los principios y el rechazo del dogmatismo11.

Broué no deja de aludir a las debilidades propias del comunismo alemán (tironeado entre una extrema izquierda “experta en la manipulación de la frase revolucionaria” y una corriente de derecha acusada de estar compuesta de “incapaces de pensar por sí mismos y siempre con la oreja tendida en dirección de Moscú de donde vienen opiniones que ellos aceptan como la ley de los profetas”12), como así también a la falta de homogeneidad de la misma Dirección de la Internacional y a sus dificultades para orientar la acción de los comunistas alemanes. Desgraciadamente, Broué termina por hacer de grandes cuestiones históricas un asunto de hombres, de nombres y de disfuncionamientos organizativos, lo que es propiamente inadmisible desde el punto de vista marxista.

La bancarrota final del comunismo alemán no puede ser explicada por las deficiencias de Fulano, Mengano o Zutano. Si los roles de los individuos y de las organizaciones pueden tener puntualmente un peso importante – e incluso decisivo – en una circunstancia histórica precisa (como fue el caso de las intervenciones de Lenin en el Partido bolchevique en Abril y Octubre 1917) son por sí solos incapaces de explicar el rol de un Partido en la lucha de clases en un período histórico como el de la Alemania de 1918 a 192313. Estas deficiencias y fracasos fueron el resultado de las políticas de sus protagonistas. A pesar de la magnitud de su obra, Broué no pudo identificar en las políticas del Partido comunista alemán las causas del fiasco de la estrategia de la Internacional en la Revolución alemana14.

Estas causas son puestas en evidencia en los Capítulos IX, X, y XI del trabajo que publicamos.

Un lugar aparte en la historiografía está ocupado por los escritos de Corrado Basile sobre la Alemania de 192315. Este autor diagnostica la causa del fracaso de la Revolución alemana en el hecho de que ni la Internacional ni el Partido comunista alemán hayan insistido más en la política de la conquista de las masas pequeño-burguesas nacionalistas y fascistas en nombre de la defensa de los intereses nacionales de la Alemania avasallada por el Tratado de Versalles16.

Semejante interpretación del fiasco alemán es rebatida en el Capítulo X de este trabajo.

Amadeo Bordiga publicó anónimamente en 1964 el primer volumen de la “Storia della Sinistra Comunista”. Organizados en una pequeña organización auto-titulada “Partido Comunista Internacional”, sus partidarios prolongaron esta narración histórica en cuatro otros volúmenes17, pretendiendo cubrir (al día de hoy) la historia de la Izquierda comunista y de la III Internacional hasta febrero de 1923. El déficit fundamental de estas publicaciones ha sido su carácter apologético, acrítico e indiscriminado de todo lo hecho, planteado y publicado por la Dirección del Partido comunista en aquel período, e incluso de todo lo que se refiere a la acción de Bordiga y su corriente de 1912 a 1921.

El lector encontrará a todo lo largo del trabajo que publicamos un análisis detallado de las contribuciones, lagunas, deficiencias y errores de esta tendencia del comunismo occidental durante los años 1912-1924.

Además de sus catastróficas consecuencias sobre el fiasco de Octubre 1923, las nebulosas tácticas votadas por la Internacional Comunista en sus IV y V Congresos (Frente Único, Gobierno Obrero y Gobierno Obrero y Campesino) han influenciado y siguen influenciando grandemente los planteos políticos de los actuales movimientos trotskistas, y han suscitado y suscitan la oposición más decidida de las tendencias comunistas de extrema izquierda “infantiles” (que Lenin tildaba de “doctrinarias”). El análisis pormenorizado de aquellas orientaciones tácticas se encuentra en los Capítulos VII y IX de nuestro trabajo.


En la situación histórica actual, luego de casi un siglo de contrarrevolución triunfante, la principal tarea revolucionaria es volver a ganar a sectores de vanguardia del proletariado a los principios y objetivos programáticos del marxismo revolucionario. El propósito último del trabajo publicado aquí estará plenamente logrado si llegara a contribuir a esa decantación de fuerzas de vanguardia, y a evitarles tanto las pendientes del oportunismo (que hoy florece bajo múltiples tendencias pseudo-marxistas) como las del doctrinarismo simplista que siempre es un falso subterfugio contra las desviaciones oportunistas.

Carlos N. Svidler, Junio de 2019

Agradecimientos

Este trabajo no hubiera podido ser realizado y completado en su forma definitiva sin los constantes intercambios de ideas mantenidos durante los últimos seis años con el amigo y compañero Alessandro Mantovani. Han sido nuestros intercambios y discusiones, sin concesión ninguna, suscitados por su lectura acerada, los que me han llevado a precisar y ahondar – e incluso a matizar y modificar – mis puntos de vista precedentes. Tengo aquí la ocasión de expresar mi profundo reconocimiento hacia él, esperando que esos intercambios, discusiones y lecturas no lo hayan retrasado en sus propios trabajos18.

Mi agradecimiento es extensivo al gran amigo y compañero de siempre Carlos C., quien con sumo interés y una paciencia infinita ha seguido muy de cerca el avance de este trabajo, y cuyos comentarios, siempre motivantes, me han planteado no pocos interrogantes, llevándome a tratar de resolverlos.

Nota bene

El contenido de este trabajo está dividido en capítulos, y párrafos numerados 1.-, 2.-, …, etc. Cuando se desea remitir al lector a un párrafo de un capítulo dado, por ejemplo, al párrafo 16 del capítulo I, se lo indicará de la siguiente manera: [§I-16].

Guía de lectura

Nuestro trabajo sigue la cronología de los acontecimientos en Alemania e Italia durante los años 1914-1923, teniendo en cuenta el contexto internacional de la época (la Primera Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la crisis social y política de la posguerra, y la fundación de la Internacional Comunista en 1919).

El Capítulo I describe las trayectorias de los partidos socialistas de Italia y Alemania desde finales del Siglo XIX hasta 1914, poniendo de relieve la naturaleza clasista pero no revolucionaria de estos partidos. Esta información permite explicar las causas de la capitulación del Partido socialista alemán en agosto de 1914 (en ocasión del voto de los créditos de guerra), y la posición no revolucionaria del Partido socialista italiano (con su consigna de “No adherir a la guerra, pero tampoco sabotearla”).

El Capítulo II expone

  • la actitud de las distintas tendencias del socialismo italiano frente a la guerra, desde la colusión embozada de la corriente reformista con la política bélica a la oposición de la corriente revolucionaria representada principalmente – pero no exclusivamente – por Amadeo Bordiga (corriente que más tarde tendrá un protagonismo relevante en la fundación del PCdI en enero de 1921), pasando por la prescindencia pacifista de la mayor parte del Partido socialista detrás del centrismo socialdemócrata de los Lazzari, Serrati y Cía.;
  • las alineaciones internacionales de las primeras oposiciones a la guerra en las Conferencias de Zimmerwald y Kienthal, y la delimitación en torno de los bolcheviques de lo que será uno de los ejes fundacionales de la Internacional Comunista, a saber, el objetivo de la revolución proletaria como desemboque de la guerra imperialista (contra la perspectiva reformista de un retorno al statu quo pre-bélico);
  • la maduración en Italia de condiciones revolucionarias objetivas como resultado de las luchas contra la guerra y de la guerra misma;
  • las diferentes posiciones adoptadas por las corrientes socialistas frente a la Revolución de Octubre 1917; y
  • los prolegómenos de una futura escisión del Partido socialista para fundar un partido marxista revolucionario.

El Capítulo III traza la acción pro-imperialista de la socialdemocracia alemana durante la guerra, la maduración de las condiciones revolucionarias objetivas en los años 1917-1918, la eclosión de la primera ola de la Revolución alemana en noviembre-diciembre de 1918 con la formación de Consejos obreros y el derrocamiento de la Monarquía de los Hohenzollern, el papel contrarrevolucionario cumplido por la socialdemocracia a la cabeza de la flamante República de Weimar, la fundación tardía del Partido Comunista alemán en enero de 1919, la movilización del frente único de la socialdemocracia y de la soldadesca organizada en los Freikorps para aplastar en sangre la resistencia del proletariado revolucionario entre enero y abril 1919, en el momento en que se fundaba la III Internacional (Comintern).

El Capítulo IV describe las luchas revolucionarias en Italia durante el llamado Bienio Rojo (1919-1920), en el terreno sindical, en las empresas, en las movilizaciones contra la carestía de la vida y el statu quo agrario, al tiempo que expone el papel antirrevolucionario del reformismo y del centrismo, y la incapacidad tanto política como organizativa de las tendencias revolucionarias minoritarias del socialismo para plantearse como dirección alternativa al sabotaje socialdemócrata.

La parte final de este capítulo se refiere a la escisión del Partido comunista alemán (KPD) como resultado de la expulsión burocrática de la extrema izquierda “infantil”, y las repercusiones en el KPD de sus tomas de posiciones durante el Putsch de Kapp, dando inicio a los enfrentamientos de tendencias caracterizadas por su confusionismo extremo a nivel de principios y de métodos de acción, y que irán in crescendo en los años sucesivos entre la corriente centrista mayoritaria del comunismo alemán y una Izquierda “extremista” inconsistente.

El Capítulo V trata de la problemática crucial que en 1920 estará en el centro de la acción de la III Internacional: la selección de las fuerzas que habrían de constituir sus secciones nacionales, en un momento en que la atracción de las grandes masas obreras europeas por el la Revolución rusa y el bolchevismo hacía que sectores numéricamente significativos del centrismo socialdemócrata estuviesen dispuestos a ir a Canossa para obtener la “unción revolucionaria” de Moscú con tal de que ello no implicase una ruptura con su propia acción pasada ni con la democracia burguesa y el reformismo socialdemócrata.

Este capítulo está focalizado en el II Congreso de la Internacional, cuyas Resoluciones y Tesis explicitaron las bases programáticas y de principio de la III Internacional, como también el “filtro” representado por las 21 Condiciones de Adhesión. Su parte final describe las vicisitudes de la fundación del PCdI partir de una escisión minoritaria del Partido socialista (la que implicó no sólo la ruptura con el reformismo, sino también con el centrismo mayoritario), y los acontecimientos que llevaron a la fusión del KPD con el ala mayoritaria del centrismo socialdemócrata alemán.

El Capítulo VI está centrado en los problemas de táctica que la Internacional y los Partidos comunistas de Italia y Alemania debieron afrontar a partir de 1921, en una situación en que la socialdemocracia mantenía sus posiciones mayoritarias en el movimiento obrero. Trata, en primer lugar, de las insuficiencias y errores de impostación y de orientación cometidos por el PCdI para hacer frente a las ofensivas contrarrevolucionarias convergentes del Estado democrático y del fascismo, así como también los motivos de esas deficiencias propias de la Izquierda comunista (que no eran solamente de táctica, sino también de visión de la lucha revolucionaria y de la relación del Partido con las masas). En segundo lugar, de la Acción de Marzo 1921 y de la consiguiente falta de lucidez táctica de la que hizo gala el Partido comunista alemán ante una ofensiva del gobierno de Weimar contra el proletariado de la Alemania central, y su ulterior teorización de la teoría de la “ofensiva a toda costa” como fundamento de la táctica comunista. En tercer lugar, del III Congreso de la Internacional (junio-julio 1921), en cuya sede Lenin y Trotsky debieron explicar a los comunistas occidentales los fundamentos de la táctica revolucionaria, en particular en una situación en que los Partidos comunistas tenían una influencia minoritaria en el seno de las masas. Y, en cuarto lugar, del inicio de las tratativas del Comité Ejecutivo de la Internacional (CEIC) para lograr la fusión del PCdI con el Partido socialista en el caso de que éste llegara a expulsar a la corriente abiertamente reformista (tratativas decididamente rechazadas por la Dirección del comunismo italiano, dando comienzo a la llamada “cuestión italiana”, que se prolongará hasta 1924).

El Capítulo VII concierne

  • el giro político iniciado por el CEIC en diciembre 1921 con la adopción de la táctica – entusiastamente apoyada por la corriente mayoritaria del KPD, y decididamente rechazada por la Dirección del Partido italiano – del “frente único” (FU) de los partidos comunistas con las cúpulas políticas de la socialdemocracia, como intento para lograr – en medio de una ofensiva internacional de la burguesía contra las masas obreras – la conquista de una influencia mayoritaria en el proletariado, yendo hasta el extremo de considerar la posibilidad de que algunos gobiernos socialdemócratas pudiesen recorrer un trecho del camino revolucionario y, en ese caso, ser apoyados por los partidos comunistas;
  • las polémicas en la Internacional a favor o en contra de la táctica del FU promocionada por el CEIC;
  • y las Tesis sobre la táctica que fueron aprobadas por el PCdI en marzo 1922, en abierta oposición a las orientaciones de la Internacional, Tesis que contra las ofensivas burguesas promocionaban el llamado “frente único sindical”.

El Capítulo VIII trata

  • de la guerra de clases en Italia en 1922 hasta su punto culminante representado por los enfrentamientos armados en ocasión de la Huelga General de Agosto, y la derrota final del movimiento obrero en manos de la alianza de las fuerzas estatales y de las bandas armadas fascistas;
  • de la capitulación del centrismo socialdemócrata italiano frente al accionar abiertamente derrotista del reformismo;
  • del fracaso de los planteamientos tácticos de la Dirección del PCdI para oponer un frente proletario de lucha a la ofensiva burguesa;
  • de la conquista fascista del poder; y
  • de la caracterización de la trayectoria histórica de la Izquierda comunista italiana (1914-1922).

El Capítulo IX expone

  • la situación de crisis política, social y económica rampante en Alemania durante 1922 como consecuencia: (a) de las imposiciones y reparaciones de guerra exigidas por las potencias vencedoras, y (b) de la política de la burguesía alemana;
  • el auge de los movimientos alemanes ultra-nacionalistas;
  • el desarrollo del IV Congreso de la Internacional, y particularmente las discusiones acerca de las Tesis adoptadas sobre la táctica en torno de la promoción de “gobiernos obreros” socialdemócratas o de coalición con participación comunista en el marco de las instituciones estatales democrático-burguesas, gobiernos que constituirían una supuesta etapa de transición entre la dictadura de la burguesía y la dictadura del proletariado, dando así un fuerte impulso a las desviaciones de tipo centrista del movimiento comunista;
  • el ríspido enfrentamiento entre el CEIC y la Dirección del Partido italiano en torno a la “cuestión italiana” por la oposición de esta última a toda fusión con fracciones del socialismo.

El Capítulo X versa sobre

  • la maduración acelerada de condiciones revolucionarias en la Alemania de 1923 como resultado de la invasión del Ruhr por parte de las fuerzas armadas francesas y belgas; de la hiperinflación que exacerbaba todos los antagonismos políticos y sociales; de las fuerzas estatales centrífugas que sacudían a la Baviera y al Ruhr; de la exacerbación de las tendencias ultra nacionalistas; y de la pérdida de influencia de la socialdemocracia a favor del movimiento comunista;
  • la crisis crónica del KPD entre la mayoría de derecha que había centrado toda la actividad del Partido en la búsqueda de una alianza política y gubernamental con la socialdemocracia “de izquierda”, y una Izquierda comunista irresponsable partidaria de la “teoría de la ofensiva” a toda costa;
  • la adopción de una política filo-nacionalista promocionada en Alemania por la Dirección de la Internacional;
  • las grandes movilizaciones pre-revolucionarias del proletariado alemán de junio-agosto 1923;
  • la tardía toma de conciencia de los dirigentes bolcheviques de la existencia de una situación revolucionaria en Alemania;
  • la imposición por parte del CEIC de la organización de una insurrección obrera a partir de fines de agosto 1923;
  • del planteamiento político de la insurrección en base a la defensa de los “gobiernos obreros” socialdemócratas con participación comunista en Sajonia y Turingia; y
  • el inexorable encadenamiento de circunstancias que provocaron el derrumbe de todo el planteamiento político-insurreccional de la Revolución alemana, ocasionando simultáneamente la bancarrota de las orientaciones tácticas del FU y del Gobierno Obrero del CEIC.

El Capítulo XI detalla críticamente los diferentes análisis de las causas del fiasco de Octubre 1923, análisis defendidos por las tendencias de derecha y de izquierda del KPD, por el Presidente de la Internacional (Zinóviev), por Trotsky y, finalmente, por la Izquierda comunista italiana.

El Capítulo final del trabajo (XII)

  • describe la dramática situación organizativa del PCdI como consecuencia de la acción represiva del Estado;
  • detalla el enésimo fracaso del CEIC para lograr la fusión del PC italiano con el Partido socialista;
  • trata del desarrollo y contenido del V Congreso de la Internacional (1924), expresión de los bandazos políticos, tácticos y organizativos del CEIC y de sus intentos desesperados y nebulosos – en el contexto de las luchas de tendencia en el mismo Partido bolchevique – para paliar las consecuencias desastrosas del IV Congreso, del fiasco de Octubre 1923 y del confusionismo en el que estaban inmersas las secciones nacionales de la Comintern;
  • detalla y evalúa los términos de las polémicas entre Bordiga y el CEIC durante el V Congreso; y
  • concluye señalando rápidamente los jalones de la trayectoria contrarrevolucionaria de la Internacional estalinizada de los años ’30, la que terminará con su disolución formal en 1943, en plena guerra mundial.

Notas

1 Toda crítica política debe necesariamente ser hecha en función de objetivos programáticos y de principios claramente establecidos. La nuestra tiene como referencias las posiciones basales enunciadas por la Internacional en sus tres primeros congresos.

2 Esta supuesta “historiografía crítica”, nutrida de falsedades históricas, ha seguido la trayectoria infame de quienes adhirieron al estalinismo. En Italia, su exponente más notorio ha sido Palmiro Togliatti, secretario general del Partido italiano desde 1927 [cf., Togliatti, “Il partito comunista italiano”, 1958]. Los representantes de esta corriente fueron hasta acusar de agentes del fascismo y del nazismo a los revolucionarios que habían dirigido la fundación del PCdI y que luchaban contra la degeneración estalinista.

3 En la versión más “objetiva” y académica de Paolo Spriano [“Storia del Partito comunista italiano – Da Bordiga a Gramsci”, Giulio Einaudi editore, 1967] y de Andreina de Clementi [“Amadeo Bordiga”, Piccola Biblioteca Einaudi, 1971]. Spriano mismo, historiador oficial del PCdI desde los años ‘50, fue miembro de su Comité Central a partir de 1972.

4 Togliatti fue nombrado en 1944 ministro del Gobierno del General Badoglio, y en 1945 vice-primer ministro en el Gobierno del demócrata cristiano De Gasperi. Durante la guerra civil española, Togliatti participó en ella como máximo representante de la Internacional estalinizada y, por ende, tuvo una responsabilidad activa en la represión del proletariado revolucionario español por parte de la democracia burguesa apoyada por el estalinismo internacional.

5 Cf. Giorgio Galli, “Storia del Partito comunista italiano», 1958, ed. Schwarz; Franco Livorsi, “Amadeo Bordiga”, (Editori Riuniti, 1976) y Claudio Natoli, “La Terza Internazionale e il fascismo”, (Editori Riuniti, 1982). En los años ’90, otra serie de autores dedicaron trabajos a Bordiga (cf. “Amadeo Bordiga nella storia del comunismo”, Edizioni Scientifiche Italiane, 1999, a cura de Luigi Cortesi, con contribuciones, entre otros, de Luigi Gerosa, Alexander Höbel y Antonio Ca’Zorzi). En 1996, la Fondazione Amadeo Bordiga inició la publicación de los Escritos completos de Bordiga del período 1911-1926, con prefacios de Luigi Gerosa. En 2014, Corrado Basile & Alesandro Leni editaron un largo trabajo: “Amadeo Bordiga Politico (Dalle lotte proletarie del primo dopoguerra alla fine degli anni Sessanta)”, Edizione Colibri.

6 Es el caso de los libros citados de Claudio Natoli y Basile-Leni. El primero está centrado en la cuestión del fascismo. Respecto al libro de Basile-Leni, tenemos apreciaciones muy críticas de las afirmaciones y evaluaciones contenidas en él.

7 “Révolution en Allemagne (1917-1923)”, les Éditions de Minuit, 1971.

8 Cuando aquí nos referimos al “comunismo alemán”, aludimos fundamentalmente a las corrientes que adhirieron a la Internacional Comunista. Está fuera del objeto de este trabajo el estudio detallado de las tendencias comunistas que rompieron con la Comintern en 1920-1921 y que estuvieron vinculadas al KAPD y al “consejismo” alemán. Para una presentación de estas corrientes, cf. Gilles Dauvé & Denis Authier, “The Communist Left in Germany 1918-1921” [https://libcom.org/files/Dauve-Authier-Communist%20left%20in%20Germany.A4.pdf].

9 Paul Leví fue un dirigente espartaquista expulsado de la Internacional en abril de 1921. Leví adherirá inmediatamente después a la socialdemocracia.

10 “Sin embargo, de 1918 a 1921, Paul Leví había sido el único líder comunista no ruso cuya intransigencia y penetración política lo habían convertido en un interlocutor potencial capaz de discutir en pie de igualdad con los líderes rusos, y nadie llenará el vacío creado por su exclusión. Fue el único que planteó en términos políticos el problema del comunismo después de la victoriosa revolución rusa: cómo injertar en el viejo árbol con profundas y sólidas raíces del movimiento obrero occidental el trasplante vivaz del impulso de 1917 y el poder de los consejos. Después de él, ya no habrá frente a los rusos más que plagiarios o loros, como él mismo lo dijo, sólo hombres que dudan y permanecen en silencio, resignados de antemano a equivocarse. Como organismo vivo, el comunismo de 1918-1921 tenía muchos matices, y Leví encarnaba una coloración alemana. Querer oponer Leví al comunismo durante este período (…) significa quitarle a Paul Leví su verdadera dimensión histórica: la de una oportunidad perdida” [Ibidem, p.845]. Broué irá hasta el punto de exponer la argumentación de Leví acerca del fiasco de la Revolución alemana sin emitir ninguna objeción al respecto [Ibidem, pp.860-862].

11 Ibidem, p.855.

12 Con estas afirmaciones, Broué hizo suyas las críticas de Paul Leví a la Internacional y al Partido alemán.

13 Por su parte, el libro de Chris Harman sobre la Revolución alemana es un interesante resumen del libro de Broué. Pero su “explicación” del fracaso del comunismo alemán es esencialmente la misma que la de su mentor. [“La révolution allemande (1918-1923)”, Éditions La Fabrique, 2015, pp.368-369]

14 Ibidem, p.863 y pp.826-832. 26 años más tarde, en su enciclopédica “Histoire de l’Internationale Communiste (1919-1943)” (Fayard, 1997, pp.344-345), para explicar el fiasco de Octubre 1923 Broué quiso “dejar de lado la pista de las deficiencias personales”, para concentrarse en una serie de argumentos que pueden resumirse en una mala apreciación de la situación por parte de los comunistas, lo que equivale a pasar por alto tanto el planteamiento político de la insurrección planeada por la Internacional como el de la propaganda y la agitación del Partido alemán durante por lo menos los dos años que precedieron el fallido intento insurreccional.

15 Cf. su Introducción a la recopilación de escritos de Victor Serge: “Germania 1923 (La Mancata Rivoluzione)”, ed. Graphos, 2003, y “Il «fiasco» del 1923 in Germania”.

16 “Las verdaderas causas políticas del «fiasco» en Alemania deben ser buscadas – y en varias ocasiones lo hemos anticipado – en los límites obreristas de la línea seguida por el KPD y por la misma Internacional. (…) Era sobre [el terreno del reconocimiento de una cuestión nacional en Alemania suscitada por la ocupación francesa del Ruhr por Francia] que los comunistas podían pasar por encima de la “gran coalición” [conformada por la socialdemocracia y los partidos burgueses], de la derecha y de la extrema derecha, del Ejercito y de la Policía, dando al objetivo de la conquista del poder una dimensión apropiada para la participación de la mayoría de la población, es decir, además del proletariado, de las capas medias”. (Basile dixit)

17 Vol. 2, 1972 – Vol. 3 , 1986 – Vol. 4, 1997 – Vol. 5, 2017. Edizioni Il Programma Comunista, Milano.

18 Está claro que como autor soy el único responsable de las opiniones y afirmaciones emitidas en este trabajo.


  1. Cari compagni, Ci dispiace che non tutto vi sembri perfetto nel nostro scritto, non avevamo l’ambizione di raggiungere uno stato…

  2. Cari compagni del Circolo internazionalista “Coalizione operaia», Due parole sul vostro opuscolo IL MARXISMO E LA “QUESTIONE FISCALE”. Siamo anche…

  3. Me parece excelente este comentario. Comparto plenamente. Saludos fraternales

  4. Por cierto que la Revolución comunista es un “problema” de contenido programático, es decir, de objetivos generales, pero – una…

  5. Pero la cuestion de la revolucion comunista no es un problema «sobre las cuestiones de táctica y de organización», sino…

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