La crisis actual es una crisis sanitaria, económica, financiera, social, global, mundial. Para hacerla corta, si dejamos de lado las situaciones creadas por una guerra mundial, no podríamos imaginar una crisis a mayor escala. Por supuesto, «sabíamos» que un día llegaría y lo imaginábamos desde un punto de vista teórico, pero verlo con nuestros propios ojos, tan repentinamente y de manera tan colosal, es algo que deja atónito. Y cuando se piensa que una crisis de tal magnitud podía ser desencadenada por… un virus que en los países imperialistas podría causar una tasa de mortalidad del 1% al 3% de los sujetos contaminados (pero que en los países periféricos podría ser mucho más alta), uno pensaría que, al final de cuentas, el sistema del capitalismo mundial podría ser un coloso con pies de barro. Por supuesto, cuando la sociedad ha concentrado tal cantidad de material inflamable sólo hace falta una chispa (¡un virus!) para que todo explote.
Muy bueno el artículo. Solo querría agregar las reflexiones siguientes:
1. Todos conocemos las medidas de salvaguarda de la epidemia: recluirse en la casa, evitar contacto con otras personas, lavarse con jabón, alcohol o gel las manos, ropa, higienizar los artículos comestibles, etc. Quienes pueden hacerlo es porque disponen de todas esas posibilidades y también continúan percibiendo ingresos o poseen ahorros para mantenerse sin trabajar.
2. Millones de familias de trabajadores no pueden cumplir con algunas o todas estas prescripciones. La cuarentena casi total ha dejado a éstas sin ingresos cuando buena parte de ellas viven al día. Es decir, además de quedar expuestos a la epidemia su situación se agrava ante la falta de medios para subsistir.
3. Tanto en Francia como en Italia los médicos han expresado que se ven obligados a elegir a quiénes atender. Un funcionario holandés lo dice sin tapujos, no podemos atender a los mayores de 70 años, es mejor que mueran en sus casas y no en un hospital.
4. Esta discriminación obligada por la falta de medios –esta sociedad prevee una salud para pocos- se convierte en una discriminación política con la cuarentena. Se elige a que parte de la sociedad salvar. La cuarentena es cínica y clasista. Millones de familias proletarias no serán atendidas y además empujadas a la miseria, las que todavía no han caído en ella.
Nada desconocido, el modo de producción capitalista es el orden de la desigualdad. Sin embargo, creo que existe un interrogante en la situación que se vive globalmente: ¿por qué, ante una epidemia cuyas consecuencias mundiales hasta ahora son insignificantes, en absoluto y en comparación con otras enfermedades, se han tomado medidas tan draconianas empujando la economía mundial a una gravísima crisis? F.N.B.
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Incluso cuando entran en pánico, las burguesías y sus Estados no tienen nada de irracionales. Hoy, 1 de abril, aproximadamente 50% de la humanidad está afectada por alguna forma de confinamiento y sectores decisivos de la economía mundial están paralizados. Una situación así no puede ser el producto de un pavor irracional contagioso, sino de decisiones basadas en datos objetivos. Comencemos por los datos objetivos.
Fue China la primera que decidió confinar a los 11 millones de habitantes de Wuhan, uno de mayores centros industriales del país, y a los 56 millones de la provincia de Hubei. Considerando que las estructuras hospitalarias existentes en Wuhan eran insuficientes, a inicios de febrero las autoridades chinas construyeron en tiempo récord dos nuevos hospitales con una capacidad total de 2.600 camas para atender enfermos de coronavirus, y el 4-2 anunciaron la instalación – en un estadio y dos centros de congresos – de un total suplementario de 3.400 camas hospitalarias. Especialistas de enfermedades infecciosas piensan que la epidemia debió estar presente en Wuhan desde el mes de octubre. Por consiguiente, a fines de enero los responsables chinos debían tener una idea precisa de sus efectos como para decidir paralizar la economía de toda la región. La cifra de 2.535 muertes atribuidas oficialmente al coronavirus está claramente subestimada.
Para tener una idea de las probables consecuencias de esta pandemia, podemos compararla con las epidemias de la gripe común, llamada “estacional”. Según los especialistas en epidemiología, el índice de contagio de coronavirus (el promedio del número de personas contaminadas por cada enfermo) está estimado entre 2,39 y 2,58, mientras que el de la gripe estacional común es de 1,3 (Le Monde, 1/4/2020). En Francia, en los últimos tres inviernos la gripe estacional provocó 14.400, 13.000 y 8.100 muertes [http://beh.santepubliquefrance.fr/beh/2019/28/pdf/2019_28_1.pdf]. Se estima que cada invierno la gripe contamina en Francia a 2,5 millones de personas. Estimando un promedio de 10.000 muertes anuales, la letalidad de la gripe (porcentaje de muertes en la población contaminada) puede ser estimada en 0,4% (tasa superior al de la bibliografía que habla de un promedio del 0,1%).
Con un potencial de contagio multiplicado por 1,9, el número de contaminados con covid-19 (en ausencia de toda medida de confinamiento) será, no el doble del de la gripe, sino muchísimo más elevado. En efecto, para considerar que existe una inmunidad colectiva (que da lugar a la desaparición de la epidemia), en el caso de la gripe se requiere que un 25% de la población esté inmunizada (con la posibilidad de reducir el número de enfermos gracias a la vacuna anual), mientras que en el caso del covid-19 se requiere que un 60% de la población lo esté (sin posibilidad de reducir el número de enfermos por ausencia de vacuna).
Por otra parte, la tasa de letalidad del coronavirus ha sido estimada más alta que la de la gripe, entre 0,5 y 1% [https://www.franceculture.fr/emissions/radiographies-du-coronavirus/limpossible-calcul-du-taux-de-mortalite]. Este valor depende grandemente de la capacidad hospitalaria para hacer frente a la afluencia de los enfermos que requieren terapia intensiva, y en los casos más graves el entubamiento del enfermo para que pueda respirar. Las llamadas de auxilio de los servicios de urgencia y de terapia intensiva de los hospitales italianos, españoles y franceses son la prueba de su incapacidad para hacer frente a esa afluencia. Dado que Alemania tiene el doble de capacidad en terapia intensiva que Francia y 2,3 veces que Italia, no sorprende que en ese país la situación no sea hasta el día de hoy tan crítica como en la de estos dos últimos países. La situación en España y en EE.UU. es aún peor. De allí los intentos por medio del confinamiento de la población para disminuir el índice de contagio, para así minorar la presión sobre los servicios de urgencia y de terapia intensiva. Al final de cuentas, el número de contaminados no cambiará, pero dentro de ciertos límite disminuirá el número de muertes por la incapacidad de los servicios hospitalarios para ofrecer un servicio de terapia intensiva con el entubamiento de los enfermos graves.
Este último punto es tanto más álgido cuanto que países capitalisticamente muy desarrollados, como Francia, carecen de pulmotores para responder a la demanda actual (amén de la falta de personal, pues en los casos más graves, que representan el 25% de los internados, se requiere 5 enfermera(o)s para manipular a cada enfermo). De allí que en Italia y España (y sin reconocerlo también en Francia) los hospitales seleccionan entre los enfermos graves a quienes tratar y a quienes no, lo que significa condenar a estos últimos a una muerte casi segura. La gravedad de la situación es tal que, incluso antes de que se haya llegado al pico de la epidemia, los servicios hospitalarios de estos países piden a gritos que el Estado los provean no solamente de pulmotores, máscaras, guantes e indumentaria adecuada, sino también de medicamentos absolutamente necesarios, de anestesia y de personal auxiliar. Y dado que recién se está al inicio de una pandemia mundial, con el tiempo se verá qué estragos habrá causado en las poblaciones de todos los continentes.
En las actuales condiciones sanitarias y hospitalarias de la aplastante mayoría de los países del llamado “primer mundo” (esas condiciones son muchísimo peores en todos los otros), la pandemia golpearía duramente a todas las clases sociales, aunque en ciertos países, gracias a los sistemas privados de salud, la burguesía tiene mayores posibilidades de acceso a las terapias intensivas. El confinamiento selectivo que rige hoy en casi todos los países hace que la contaminación de un 60% de la población requerido para “vencer al virus” recaiga fundamentalmente en las masas proletarias y proletarizadas. El salvajismo de la burguesía para imponer esta solución está ejemplificado por el Estado argentino que ha cercado a las villa-miseria y barrios carenciados con fuerzas policiales, de gendarmería y del ejército para impedir que su población pueda salir de sus confines, sin evitar que ella circule libremente en su interior.
Señalemos que, en ciertos casos, la decisión del confinamiento tiene además fuertes motivos de carácter político, pues una catástrofe sanitaria puede llegar a provocar convulsiones sociales de gran magnitud. El gobierno francés lo ha tenido con seguridad en cuenta luego de un año de fuertes movilizaciones antigubernamentales.
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Comparto el sentido y el contenido de la respuesta.
Sí señalo desde Argentina que la situación de cercar las villas y asentamientos no es tal.Las dificultades de desplazamientos claro se acentuán por la disminución del transporte público y los controles por la cuarentena.Pero no están cercadas.
Sí, se denunció el viernes pasado que en la villa 31 ( a 15 cuadras del
centro de Bs As se cuadruplicaron los casos de corona virus y estaba sin agua hace 3 días)
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En Argentina el cercamiento de las villas y asentamientos por las fuerzas represivas no ha sido declarado política oficial del Estado. Pero esto ha sucedido abiertamente en ocasiones denunciadas por CORREPI (Coordinadora Contra la Represión Policial e Institucional) :
Reporte n°30 (26-4-2020)
“En Córdoba, se confirmó un caso de contagio positivo en el barrio “Nuestro Hogar 3”. A partir de allí, en lugar de garantizar un servicio sanitario adecuado, se desplegó un operativo conjunto de fuerzas especiales del ETER con el ejército, que instaló un “cordón sanitario”. El barrio, en el que los niveles de hacinamiento en las viviendas son elevados, quedó así completamente aislado, con el reparto de bolsones por parte del ejército como único acceso a la provisión de alimentos. (…) Si bien montaron un “centro sanitario”, allí sólo atienden personas con síntomas compatibles con Covid-19, de manera que al estar impedidxs de llegar al único dispensario cercano, fuera del barrio, nadie puede recibir asistencia médica”.
Reporte n°17 (10-4-2020)
“Una enfermera que trabaja en un hospital de Resistencia, Chaco, contrajo la enfermedad, pero para cuando fue diagnosticada ya había contagiado a otras personas que conviven con ella en el barrio San Marcos, de la vecina provincia de Corrientes. La respuesta del gobierno provincial fue decretar el aislamiento total, con saturación policial, de las 2.000 personas del barrio, que quedaron completamente aisladas. Se instalaron vallados en el perímetro del barrio, que son patrullados, igual que las calles del barrio, por personal de Infantería, el P.A.R. (“Policía de Alto Riesgo”), la Patrulla y uniformados del destacamento San Marcos”.
Reporte n°6 (27-3-2020)
“En el Chaco, organizaciones sociales denunciaron que el gobierno provincial dispuso cerrar con montículos de tierra los accesos a los barrios ubicados al sur de la ciudad de Resistencia, impidiendo el paso de personas por los puentes que comunican esos barrios, detrás del canal de la Av. Soberanía, con el resto de la ciudad. Esos accesos son el único modo para la población de los barrios de acceder a escuelas y centros de salud, “lujos” inexistentes en las barriadas populares”.
Por otra parte, la política oficial en relación al confinamiento en las villas y asentamientos se reduce a impedir con controles represivos que sus habitantes salgan de ellos.
Reporte n°10 (1-4-2020)
“En los barrios populares, salir para hacer compras de primera necesidad o buscar mercadería básica en lugares que la proveen solidariamente es permanentemente motivo de intercepción, que, en muchas ocasiones, se complementan con la detención, y se acompañan con todo tipo de vejaciones y tratos aberrantes. La excusa para la intervención del aparato represivo sobre las personas más vulnerables se genera, sistemáticamente, en el marco de las mismas actividades que se toleran, incluso con exceso, en los barrios privilegiados, en los que es apenas visible la presencia policial”.
Como no es factible impedir la circulación de la población en el interior de las villas y asentamientos, la política actual del Estado equivale al confinamiento colectivo de estas poblaciones. Las denuncias por parte de “La Garganta Poderosa” y su referente Nacho Levi son elocuentes de la política criminal del Estado hacia los sectores más desprotegidos de las masas proletarizadas.
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